Cuando era niño me la pasaba jugando playgo todo el día. Mi cómplice en estas lides era mi mejor amigo de todos los tiempos: el buen Manolo. Todos los días, muy temprano, se sentía la débil tocada de mi amigo en la puerta “Toc toc..”.
“Ya llegó el Manolito”, decía mi madre con una sonrisa, e interrumpía su sesión de maquillaje frente al espejo para ir a abrirle la puerta. “Buenos días señora, ¿está José?..” decía Manolo respetuosamente, llevaba pantalones cortos, las rodillas sucias y un balde de playgo en su mano derecha. “Si está hijito, pasa” decía mi madre, riéndose un poquito porque Manolo le hacía la misma pregunta todos los días: “¿Está José?” (¿En donde más podría estar un niño de siete años a las ocho de la mañana?). Por lo general cuando Manolo llegaba a mi casa yo me encontraba recién desayunando “¿Tu ya desayunaste Manolito?” le preguntaba mi Mamá, “Si señora, ya desayuné” respondía él todo serio, luego se sentaba en la mesa, colocaba su balde de playgo encima y al fin me hablaba “¿Hay que jugar?”. Algunos minutos después, ambos estábamos sentados frente a frente con las fichas divididas en dos montoncitos iguales, uno para él y otro para mí.
Jugábamos a muchas cosas, pero la que mas recuerdo era una especie de parodia que hacíamos con unos personajes que nosotros mismos creamos y construimos. Uno de ellos era “Fonzi”, que estaba basado en el personaje de la popular serie (por aquellas épocas) “Días felices”, un tipo rudo de larga cabellera azabache que siempre estaba rodeado de chicas. La otra era “Vivi”, una chica rubia y bonita por la que todos los personajes masculinos del barrio morían de amor. El tercer personaje era una genialidad creada por Manolo, se llamaba “Volteado” y era el archienemigo natural de Fonzi, un tipo negro, feo, y encima chueco que vivía en “otro barrio” y que siempre llegaba dispuesto a dar problemas.
Por lo general siempre jugábamos a lo mismo: Volteado llegaba de improviso al barrio de Fonzi y armaba la bronca por cualquier cosa solamente para llamar la atención de la buena Vivi, de quien estaba perdidamente enamorado.
Y es así que Fonzi y Volteado se pateaban en espectaculares partidos de fútbol, se retaban a bailar breakdance en los tonos, se agarraban a duelo de tacles, corrían el uno contra el otro en mortíferos piques, o simplemente se agarraban a combazos frente a todos. Obviamente en este juego, el que ganaba las peleas y el que terminaba siempre quedándose con Vivi era Fonzi, pero a veces, solo a veces (y estos episodios “sorpresivos” eran los mejores), era Volteado quien se hacia de la victoria, y lograba al final, un besito lastimero de la buena Vivi. Como era yo quien había inventado al personaje, yo interpretaba a Fonzi, le hacia hablar, le daba vida a sus movimientos, trataba siempre por todos los medios de rodearlo siempre de cosas chéveres: casas con piscina, autos modernos, ropa cara y bonita… (Ahora que lo pienso, tal vez Fonzi era el personaje que yo soñaba ser de pequeño, un hombre guapo, interesante, exitoso, y por su puesto con mucho dinero… aunque ahora que me doy cuenta, nunca, ni Manolo ni yo, le inventamos un empleo, pero de haberlo hecho, estoy seguro, segurísimo, que no sería el de aburrido “analista de sistemas”…)
Manolo en cambio, se sentía contento interpretando a Volteado, un villano simpático que se ganaba siempre el cariño del público. A diferencia mía con Fonzi, Manolo construía los accesorios de Volteado sin poner ningún énfasis en la estética, pasando totalmente por alto teorías básicas como la simetría ó la combinación adecuada de los colores, a Manolín parecía llegarle al “chopin” todo eso, lo único que él quería era terminar sus cosas rápido…
Y así jugábamos todo el día metidos en mi casa, haciéndonos negar cuando otros amiguitos de la cuadra nos venían a buscar para jugar pelota. A mi me gustaba mucho el fútbol, no es por vanagloriarme, pero yo jugaba en el mejor equipo de fútbol de todo el barrio “Los Tigres FBC”, con quienes campeonabamos todos los años, pero debo confesar que vivir una 2da vida a través de Fonzi y los demás personajes del playgo me gustaba más, creo que siempre, desde pequeño, me gustó mucho fantasear con personajes interesantes diferentes a mi.
Siempre que mi papá llegaba borracho a la casa y comenzaba a pelearse con mi mamá, Manolo y yo nos apresurábamos en bajar todas las fichas debajo de la mesa, y allí, ocultos tras el largo mantel, seguíamos dándole vida a nuestros personajes ficticios, caracterizando sus divertidas voces… tratando de ignorar, por todos los medios, los gritos, los insultos, todo lo feo que acontecía allá afuera…
--- o ---
Cuando mi bebé era pequeña me aburría jugar con ella, Camila hacía que le bajara todos los peluches de su repisa (¡que son un montón!) y me insistía que los hiciera hablar uno por uno y moverse como si fueran títeres, a ella le divertía mucho que yo imitara las voces de Barney, Tiger, y Winnie Pooh, sus muñecos favoritos de aquellas épocas.
Ahora con sus casi cuatro años, las cosas han cambiado para bien, mi hija ya está mas grandecita, y casualidades deliciosas de la vida: ¡Le encanta jugar al playgo!, así que ya me ven todos los sábados, sentado frente a mi hija, las fichas desperdigadas por toda la cama, construyendo animalitos y casitas y aviones y castillos y todo lo que a mi hija se le ocurra.
Fue recién la semana pasada que me atreví… cogí tres fichas del playgo de mi hija, y sintiendo muchísima nostalgia, construí (luego de muchísimos años) un “Fonzi”…
- ¿Que es eso Papito? –preguntó Camila-
- Es un muñequito… un muñequito con el que jugaba papá cuando era niño… se llama Fonzi… ¿Te gusta? –le pregunté algo emocionado-
Camila me miró a los ojos (he notado que ella se da cuenta cuando me emociono) y luego recién miró al muñeco…
- ¡Si me gusta!… ¿Y tu muñequito habla papá?
- ¡Pues claro que habla!
- ¡A ver!
Y fue entonces que Fonzi se presentó educadamente (como el caballero que siempre fue) ante mi señorita hija, su aspecto había cambiado en algo: su cabello que toda la vida había sido negro, era ahora verde (me voy a quejar con los señores de “Playgo” porque ya no hacen piezas delgaditas de color negro, no hay derecho oiga usted..) y su voz, antes fina y aguda, se había tornado un poco mas gruesa…
- ¡Y no sabes Camila…!
- ¿Qué cosa papá?
- ¡El muñequito Fonzi tiene su novia!
Siempre que juego con mi hija, le hablo así, de manera histriónica y exagerada para captar su atención…
- ¿Si?… ¿Y como se llama?
- ¡Se llama la muñequita Vivi!… ¿La quieres conocer?
- ¡Siiiiii….!
Y entonces comencé a buscar entre el montón de fichas, las piezas necesarias para construir el cabello de una “Vivi” (que son dos, una larga y delgadita, y otra de forma triangular (para su colita), ambas de color amarillo, porque recordemos que Vivi era rubia...), pero de pronto, no sé porqué extraño impulso, en vez de buscar piezas de color amarillo, mis ojos buscaron dos piezas verdes, y mis manos, en vez de construir una muñequita “Vivi” clásica, alta, rubia y espigada, terminaron construyendo una más pequeñita, un poco rechoncha, y de largo cabello verde…
- ¿Ella es la muñequita Vivi Papito?
- No mi amor…… ella es la muñequita Camila, ella es ahora, el único amor de Fonzi…
“Ya llegó el Manolito”, decía mi madre con una sonrisa, e interrumpía su sesión de maquillaje frente al espejo para ir a abrirle la puerta. “Buenos días señora, ¿está José?..” decía Manolo respetuosamente, llevaba pantalones cortos, las rodillas sucias y un balde de playgo en su mano derecha. “Si está hijito, pasa” decía mi madre, riéndose un poquito porque Manolo le hacía la misma pregunta todos los días: “¿Está José?” (¿En donde más podría estar un niño de siete años a las ocho de la mañana?). Por lo general cuando Manolo llegaba a mi casa yo me encontraba recién desayunando “¿Tu ya desayunaste Manolito?” le preguntaba mi Mamá, “Si señora, ya desayuné” respondía él todo serio, luego se sentaba en la mesa, colocaba su balde de playgo encima y al fin me hablaba “¿Hay que jugar?”. Algunos minutos después, ambos estábamos sentados frente a frente con las fichas divididas en dos montoncitos iguales, uno para él y otro para mí.
Jugábamos a muchas cosas, pero la que mas recuerdo era una especie de parodia que hacíamos con unos personajes que nosotros mismos creamos y construimos. Uno de ellos era “Fonzi”, que estaba basado en el personaje de la popular serie (por aquellas épocas) “Días felices”, un tipo rudo de larga cabellera azabache que siempre estaba rodeado de chicas. La otra era “Vivi”, una chica rubia y bonita por la que todos los personajes masculinos del barrio morían de amor. El tercer personaje era una genialidad creada por Manolo, se llamaba “Volteado” y era el archienemigo natural de Fonzi, un tipo negro, feo, y encima chueco que vivía en “otro barrio” y que siempre llegaba dispuesto a dar problemas.
Por lo general siempre jugábamos a lo mismo: Volteado llegaba de improviso al barrio de Fonzi y armaba la bronca por cualquier cosa solamente para llamar la atención de la buena Vivi, de quien estaba perdidamente enamorado.
Y es así que Fonzi y Volteado se pateaban en espectaculares partidos de fútbol, se retaban a bailar breakdance en los tonos, se agarraban a duelo de tacles, corrían el uno contra el otro en mortíferos piques, o simplemente se agarraban a combazos frente a todos. Obviamente en este juego, el que ganaba las peleas y el que terminaba siempre quedándose con Vivi era Fonzi, pero a veces, solo a veces (y estos episodios “sorpresivos” eran los mejores), era Volteado quien se hacia de la victoria, y lograba al final, un besito lastimero de la buena Vivi. Como era yo quien había inventado al personaje, yo interpretaba a Fonzi, le hacia hablar, le daba vida a sus movimientos, trataba siempre por todos los medios de rodearlo siempre de cosas chéveres: casas con piscina, autos modernos, ropa cara y bonita… (Ahora que lo pienso, tal vez Fonzi era el personaje que yo soñaba ser de pequeño, un hombre guapo, interesante, exitoso, y por su puesto con mucho dinero… aunque ahora que me doy cuenta, nunca, ni Manolo ni yo, le inventamos un empleo, pero de haberlo hecho, estoy seguro, segurísimo, que no sería el de aburrido “analista de sistemas”…)
Manolo en cambio, se sentía contento interpretando a Volteado, un villano simpático que se ganaba siempre el cariño del público. A diferencia mía con Fonzi, Manolo construía los accesorios de Volteado sin poner ningún énfasis en la estética, pasando totalmente por alto teorías básicas como la simetría ó la combinación adecuada de los colores, a Manolín parecía llegarle al “chopin” todo eso, lo único que él quería era terminar sus cosas rápido…
Y así jugábamos todo el día metidos en mi casa, haciéndonos negar cuando otros amiguitos de la cuadra nos venían a buscar para jugar pelota. A mi me gustaba mucho el fútbol, no es por vanagloriarme, pero yo jugaba en el mejor equipo de fútbol de todo el barrio “Los Tigres FBC”, con quienes campeonabamos todos los años, pero debo confesar que vivir una 2da vida a través de Fonzi y los demás personajes del playgo me gustaba más, creo que siempre, desde pequeño, me gustó mucho fantasear con personajes interesantes diferentes a mi.
Siempre que mi papá llegaba borracho a la casa y comenzaba a pelearse con mi mamá, Manolo y yo nos apresurábamos en bajar todas las fichas debajo de la mesa, y allí, ocultos tras el largo mantel, seguíamos dándole vida a nuestros personajes ficticios, caracterizando sus divertidas voces… tratando de ignorar, por todos los medios, los gritos, los insultos, todo lo feo que acontecía allá afuera…
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Cuando mi bebé era pequeña me aburría jugar con ella, Camila hacía que le bajara todos los peluches de su repisa (¡que son un montón!) y me insistía que los hiciera hablar uno por uno y moverse como si fueran títeres, a ella le divertía mucho que yo imitara las voces de Barney, Tiger, y Winnie Pooh, sus muñecos favoritos de aquellas épocas.
Ahora con sus casi cuatro años, las cosas han cambiado para bien, mi hija ya está mas grandecita, y casualidades deliciosas de la vida: ¡Le encanta jugar al playgo!, así que ya me ven todos los sábados, sentado frente a mi hija, las fichas desperdigadas por toda la cama, construyendo animalitos y casitas y aviones y castillos y todo lo que a mi hija se le ocurra.
Fue recién la semana pasada que me atreví… cogí tres fichas del playgo de mi hija, y sintiendo muchísima nostalgia, construí (luego de muchísimos años) un “Fonzi”…
- ¿Que es eso Papito? –preguntó Camila-
- Es un muñequito… un muñequito con el que jugaba papá cuando era niño… se llama Fonzi… ¿Te gusta? –le pregunté algo emocionado-
Camila me miró a los ojos (he notado que ella se da cuenta cuando me emociono) y luego recién miró al muñeco…
- ¡Si me gusta!… ¿Y tu muñequito habla papá?
- ¡Pues claro que habla!
- ¡A ver!
Y fue entonces que Fonzi se presentó educadamente (como el caballero que siempre fue) ante mi señorita hija, su aspecto había cambiado en algo: su cabello que toda la vida había sido negro, era ahora verde (me voy a quejar con los señores de “Playgo” porque ya no hacen piezas delgaditas de color negro, no hay derecho oiga usted..) y su voz, antes fina y aguda, se había tornado un poco mas gruesa…
- ¡Y no sabes Camila…!
- ¿Qué cosa papá?
- ¡El muñequito Fonzi tiene su novia!
Siempre que juego con mi hija, le hablo así, de manera histriónica y exagerada para captar su atención…
- ¿Si?… ¿Y como se llama?
- ¡Se llama la muñequita Vivi!… ¿La quieres conocer?
- ¡Siiiiii….!
Y entonces comencé a buscar entre el montón de fichas, las piezas necesarias para construir el cabello de una “Vivi” (que son dos, una larga y delgadita, y otra de forma triangular (para su colita), ambas de color amarillo, porque recordemos que Vivi era rubia...), pero de pronto, no sé porqué extraño impulso, en vez de buscar piezas de color amarillo, mis ojos buscaron dos piezas verdes, y mis manos, en vez de construir una muñequita “Vivi” clásica, alta, rubia y espigada, terminaron construyendo una más pequeñita, un poco rechoncha, y de largo cabello verde…
- ¿Ella es la muñequita Vivi Papito?
- No mi amor…… ella es la muñequita Camila, ella es ahora, el único amor de Fonzi…
FIN.
PD: ¿Cuando nos visitas Manolín?, quiero que le enseñes a Camilita como construir a un “Volteado”…
6 comentarios:
Que tierno!
Me encanto Pepín.
Excelente relato y un final precioso. Un viaje al pasado donde la inocencia y el juego eran lo máximo y traer luego eso mismo al presente con mucho amor, ese que tienes por tu pequeñita.
Realmente hermoso.
KaLyA
Que tiempos aquellos mi querido amigo, ese volteado era una piedra en el zapato de fonzi jejeje… y ya me estoy poniendo de acuerdo con mi peke para ir a visitarte ps.
fue bonito el final me gusto mucho cuidate amigo.
manolo
Muchas gracias a todos por los comentarios, a mis amiguitas Kalya y a Mary ("De Miyashiro" jaja) y por supuesto a mi amigo Manolin (ya me extrañaba que no lo hubieras leido)....
Pepin
jaja
Ya quisiera ser "De Miyashiro" !!!!!!!!!!!
Que maravilloso, realmente te felicito como padre. ¿comó seria el mundo si los demas seguieran tu ejemplo?
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