miércoles, 1 de febrero de 2017

Me verás Volver

¿Papi por qué no te tiras desde lo alto de esa piedra?” me anima mi hija, señalando una enorme “piedra” ubicada en medio de la piscina. “A ver pues” respondo sin pensarlo mucho y juntos atravesamos nadando la alberca hasta llegar al borde de ese armatoste de plástico que cuenta con varios agujeros (estratégicamente colocados) que permiten escalarlo.

¡Súbete Papi y tírate un clavado desde la cima!” me vuelve a animar mi hija, mientras yo de costado, observo como trepa un muchacho de unos dieciocho años, sin mucha dificultad.

Así que, motivado por las arengas de mi cachorra, y creyendo que la cosa no era muy complicada, procedo a sujetarme de dos de los agujeros con ambas manos e intento desplazar mi cuerpo de 80 kilos hasta la cima de ese Elefante blanco.

Lamentablemente para mí, luego de media hora y múltiples intentos, yo seguía debajo de aquel enorme monolito sin poder vencerlo, observando derrotado junto a mi hija, cómo iban y venían muchachos de todas partes de la piscina y lo escalaban una y otra vez sin mucho problema. Y a pesar de que me había tomado varios minutos para estudiarles la técnica y lo había intentado con mucho empeño, mi humanidad no lograba pasar de la 2da fila de agujeros.

Mejor ya vámonos a los toboganes, papi” me suplicó Camila, cansada y algo aburrida de ver a su padre fracasar una y otra vez. Y como la verdad a mí ya me dolía todo el cuerpo debido al esfuerzo desplegado, opté por hacerle caso y retirarme del lugar bastante apenado y sobre todo decepcionado por mi alicaída condición física.

Varios minutos después, luego de haberle servido 50 mil veces de colchoneta humana a mi hija en los toboganes, regresé al lugar donde estaba mi mujer y le relaté el lamentable suceso del pedrusco gigante que no había podido escalar...

- No puede ser cielito, pero si tú eres ágil como el chapulín colorado

- En serio negrita, no pude trepar

- Seguro debe tener un truco eso, vamos conmigo para ver

- No negrita, yo ya lo analicé buen rato, la única forma de que suba, es que alguien me haga “patita de gallo” para alcanzar la 3ra fila

- Ya pues, yo lo hago
-dijo la negrita, mostrándome orgullosa sus musculosos brazos, más anchos que los míos-

- Eso podría ser, sino fuera porque esa parte tiene 2 metros de profundidad y tú no sabes nadar. En si esa vaina es pura fuerza de brazos, negrita.

Pero mi mujer no hizo caso de mis razones, y prácticamente a la fuerza, me condujo nuevamente hasta la piscina donde estaba ubicada la enorme piedra…

- Ya, ahora zambúllete, nada hasta esa cosa y trata una vez más. Vas a ver que ahora si vas a poder porque tu mujercita está aquí con toda la buena Vibra

Así que ya me ven, nadando nuevamente hacia aquel pedrusco, con los brazos y piernas al borde del calambre y con varias partes del cuerpo moreteadas de tanto chocar y chocar contra las paredes del tobogán.

Cuando luego de mucho esfuerzo logré alcanzar nuevamente la base de aquel armatoste, volteé hacia donde estaba mi mujer y ella me estaba mirando sonriente y tranquila, confiadísima que con su “buena vibra y energías positivas” bastaría para que yo pudiera superar aquel obstáculo.

Así que animado por la aureola de Fe que ella desprendía en ese momento, me cogí de dos agujeros de la 2da fila de aquel monigote y luego haciendo algo de fuerza en los brazos, conseguí sacar una de mis piernas del agua y colocar mi pie en uno de los agujeros de la 1ra fila. Y así me quedé algunos segundos, colgado en aquella incomoda posición, hasta que conseguí reunir la fuerza necesaria para sacar la otra pierna y apoyar la rodilla en otro de los agujeros de la base, era lo más lejos que había llegado ese día…

¡Vamos Pepetino!”, escuché que me gritaba mi mujer, al otro lado de la piscina, escuché algunas risitas burlonas también, pero no les hice caso, mi único objetivo en ese momento era acumular la fuerza necesaria en uno de mis brazos para conseguir agarrarme de algún agujero de la 3ra fila, si lograba hacer eso, tendría el 60% de la misión completada.

Así que reuní las pocas fuerzas que me quedaban y me impulsé con todo hacia ese maldito agujero de la 3ra fila, lográndome asir de él por unos segundos, fue en ese instante que sentí un inmenso dolor en la mano que me hizo soltarlo y caí nuevamente al agua. Cuando salí de la piscina tenía uno de los dedos de aquella mano con sangre.

No lo intenté más. Lo más triste fue que mientras abandonaba la piscina con ayuda de mi mujer, una niña apenas unos años mayor que mi hija, lograba escalar la piedra al primer intento y sin mucha dificultad.

--- o ---

Minutos después, mientras conducía camino a casa por la carretera y mi hija dormía en el asiento trasero del auto, le dije a mi mujer…

- Lo que pasa es que ya estoy viejo, negrita. Ya no estoy para esas cosas.

- ¿Viejo, tú?, no digas tonterías

- Es en serio, ¿Te acuerdas que pasó cuando quise saltar esa veredita con el Skate?

- Si, te caíste y te dislocaste el hombro

- ¿Ya ves?, yo creo que llegó la hora de aceptar mi edad con dignidad y dejar de hacer ese tipo de cosas

- Mira Pepetino, no digas eso, lo que pasa es que estás un poco gordo y no haces mucho ejercicio de brazos, yo estoy segura que si bajas y haces un poco de pesas, para la próxima trepas esa piedra de mierda en una nomás

- ¿En serio crees eso negrita?

- Estoy completamente segura, cielo

Desvío la mirada de la carretera por unos segundos y miro el rostro de mi mujer, coloradito por el sol, iluminado por el reflejo del atardecer, y le digo…

- Me verán volver, ¿no negrita?

- Así es cielo, te verán volver...

2 comentarios:

Gary Rivera dijo...

puedo jurar que esto ocurrio en la piscina grande del paraiso del sur.

puede que sea la edad o puede que seas un poco chato y por eso no pudiste llegar arriba, que me ha pasado lo mismo, solo que como tengo las piernas largas fue mas facil, para mi el reto no fue llegar arriba , el reto fue bajar! jejejejje

Unknown dijo...

Me gustan tus relatos' cada cierto tiempo vengo a ver si hay algo nuevo (y) bendiciones