miércoles, 1 de julio de 2020

Gitana.

Hoy conocí a esa mujer de la que me habló hace como doce años, ¿se acuerda Don?, ese día que estábamos tomando unas chelas en mi casa, escuchando música, y usted a cada rato me pedía que le ponga la misma salsa de Willy Colón una y otra vez, y cuando la ponía usted se paraba y hacia unos pasitos de baile solo. Usted que siempre fue tan discreto como a la sexta chela soltó, me contó que había conocido a una dama muy hermosa, esas fueron sus palabras, y que luego de cortejarla por buen tiempo al fin ella lo había aceptado.

Recuerdo que me sorprendí cuando me lo contó, usted en ese tiempo todavía vivía con la doña, pero yo sabía que las cosas entre Uds. no iban bien hace años, que solo vivían en la misma casa porque ninguno de los dos tenía otro lugar a donde ir. Usted me pidió no contarle a su hija, jamás lo haría, ni siquiera cuando luego de muchos años usted mismo le contó (usted me enseñó a ser discreto con esas cosas, ¿se acuerda?). Recuerdo también haberme sentido contento por usted, fui testigo varias veces de cómo la doña lo trataba, el amor entre ustedes se había acabado hace tiempo, usted tampoco era perfecto pues Don, ninguno de nosotros lo era, ningún ser humano lo es. Lo que me quedó claro de esa conversa fue que usted estaba enamorado y contento, y que aquella sería la última vez que usted y yo nos tomaríamos unos tragos en esa casa. Luego de esa noche su hija me prohibió que tomara con usted, “Yo sé cómo es mi papá cuando toma y sé cómo eres tú, tengo miedo de que se falten el respeto”, me dijo, también se lo dijo a usted y ambos le hicimos caso.

Jamás volvimos a hablar de ese tema, ¿no, Don?, es más, creo que usted no recordaba habérmelo dicho y fue mejor así. Por mi lado yo guardé sus palabras en ese lugar de mi memoria donde guardo las confidencias de la gente que me importa, y pensé, le soy sincero, que siempre se quedarían allí. Sin embargo, hoy que asistí a su entierro, sentí mucha pena por aquella mujer que no pudo entrar al cementerio a despedirlo, y se quedó llorando, despacito, detrás de esa horrible reja. Por eso no me pude contener Don, me le acerqué y le conté bajito al oído de aquella noche, le dije las palabras bonitas que usted había dicho de ella y le conté como pedía a cada rato que repita esa canción y usted se ponía a bailar solo, “Seguro fue Gitana, esa salsa le gustaba mucho”, me dijo, y pude ver que sonrió un poquito, ella sabía bien que esa era su canción…

“Por si un día me muero y tú lees este papel,

Que sepas lo mucho que te quiero, aunque no te vuelva a ver

Gitana, gitana.. gitana, gitana..

Tu pelo, tu pelo.. tu cara, tu cara..”

Descanse en paz, Don.

2 comentarios:

Endocimia dijo...

tremendo! Disfruté mucho tu publicación. Saludos

Endocimia dijo...

Me gustó mucho tu pulicación. Saludos