“Mi nombre es Juan Vargas, tengo 29 años… soy alcohólico, y un poco cocainómano…”
Era un viernes como cualquier otro y me encuentro ya, sumamente borracho, estoy tomando licor con unos sujetos que apenas conozco en uno de los bares más antiguos de ese Surquillo que ya fallece. Tengo en el bolsillo interior de mi casaca un sobre con tres mil soles, el cual está destinado a pagar deudas que contraje, casi si darme cuenta, en un sinfín de negocios turbios.
Son las doce de la noche y mi cerebro me suplica un par de ñatazos urgentes antes de colapsar del todo, así que le pido a “Kanko” (un negro enorme a quien recién he conocido) que me acompañe un toque al jirón Junín para comprar un par de chamos, él por supuesto, accede inmediatamente.
Camino zigzagueante aquellas calles peligrosas, corre mucho viento y una ligera llovizna nubla un poco mi visión, gracias a la ayuda de mi nuevo amigo logro sortear la avenida angamos sin matarme con alguno de los automoviles que nos cruzan velozmente, camino algunos metros más y me detengo en la puerta de un callejón miserable, donde un par de ojos fieros me miran semiocultos por una capucha de los lakers.
- Dame un par de chamos por favor…
El sujeto me mira de pie a cabeza, y luego mira a kanko, lo conoce, se saludan, nos indica que le demos el dinero y que lo esperemos allí algunos minutos. Le doy el dinero, el tipo parte, y yo y kanko nos quedamos en la puerta del callejón esperando, es el tramite de siempre, me encuentro tranquilo.
Me dan muchas ganas de orinar, tengo un problema con la vejiga desde que tengo dieciocho años, se lo digo a kanko y él me dice que al final del callejón hay un baño, volteo a mirar y veo que al fondo de ese zanjón oscuro hay una puerta semiabierta…
- Espérame ya?, ya vengo…
Con las manos en los bolsillos, camino a través del callejón, y luego de algunos segundos logro ingresar en aquel oscuro baño, mucha gente de mal vivir habita en ese sitio, lo sé, pero estoy demasiado borracho para que eso me preocupe. Apoyo una mano en la pared y con la otra abro el cierre de mi bragueta, intento divisar en la penumbra el lugar del inodoro, pero estoy muy borracho, y todo empieza a darme vueltas, trato por todos los medios de sujetarme de algún lado con la otra mano, pero el veloz movimiento hace que tropiece con un muro invisible, no consigo mantener el equilibrio y caigo brutalmente de espaldas en lo que debía ser la ducha, el golpe que recibo en la cabeza, hace que pierda totalmente el conocimiento.
--- o ---
“Flaco, ¿qué te pasó?…”
No se cuanto tiempo ha transcurrido y no logro identificar la voz de la persona que me habla, todo sigue muy oscuro en ese muladar. El tipo hace que lo abrace con una mano, y con la otra sujeta fuertemente mi cintura, con ayuda de él logro ponerme de pie y salir caminando del callejón.
Allá afuera las cosas han cambiado, no está kanko, ni el muchacho que se suponía debía traerme la droga, “Me han robado”, pienso, y lo certifico cuando toco el bolsillo de mi casaca y no hay nada, quiero llorar pero no puedo, aun me encuentro en peligro y no puedo darme el lujo de mostrarme vulnerable frente a este desconocido…
En eso una puerta al interior del callejón se abre, y una mujer de unos treinta años de edad le grita al sujeto que me ayuda
- Carajo, Pacho, ¡ya pasa!...
Pero el tipo no le hace caso, emite un gruñido indescifrable y sigue caminando junto a mí, “Ya se despertó esta cojuda” dice sonriente, y acelera un poco el paso, la lluvia se ha detenido.
Cruzamos nuevamente la avenida angamos, que ahora luce extrañamente desierta, sin automóviles. Debido al alcohol y al fuerte golpe en la cabeza aun sigo medio grogui y me cuesta emitir palabra alguna, el tipo no me habla nada y así caminamos otras ocho cuadras, “Este sujeto parece conocer mi casa”, pienso.
Dos cuadras antes de llegar a mi cuadra, en una esquina, está parado un sujeto de cabello largo ensortijado y rostro familiar, intento recordar donde lo he visto antes pero no lo consigo, cuando pasamos por su lado saluda a mi acompañante con un leve movimiento de ojos, “Pacho…”, le dice, y a continuación escucho algo que me deja perplejo, él dice “Juan…”….
--- o ---
Me detengo en seco y volteo bruscamente a mirar el sujeto de cabello largo, pero este ha desaparecido, “Ya se metió a su casa huevón”, me dice Pacho, y yo lo miro consternado de que me haya hablado de esa forma…
- ¡Que chucha tienes huevón!
Exploto y me zafo, retrocedo un par de pasos y me cuadro en posición de pelea, Pacho me mira, se ríe, y me dice “Ya carajo, Juan, tranquilo, déjame llevarte a tu casa de una buena vez…”, ahora si me encuentro asustado…
- Tú… ¿me conoces?
- ¿Uh?... ¿qué hablas huevón?... carajo, ¿para eso tomas?, siempre pasa lo mismo Juan, cuando tomas no me reconoces y me armas la bronca por las huevas…
Yo me quedo callado y lo miro, hay algo en él que me perturba demasiado…
- ¿Quién es ese pata que nos saludó?
- Ah… ¿ese?, tu sabes pues quien es ese… -dice con sorna, burlándose de mi-
- ¿Por qué me dices eso?
- Ese maricón es tu causa pues… tu “amiguita”, la Oscar…
- ¿La Oscar? –pregunto sin saber de qué me habla-
- ¡Ya cojudo camina!, -dice metiéndome un lapo en la espalda- Ya me hartaste huevón, ni más te llevo a tu casa, acuerdate… debí dejarte que durmieras en el baño… oliendo la pichi…
Pacho sigue caminando rumbo a mi casa y me ordena seguirlo, yo le hago caso, estoy confundido, intrigado, asustado, “¿Quién es este huevón?” pienso, “¿Por qué me habla así, con tanta familiaridad?”, “¿Tan borracho estoy, qué no reconozco a mis propios amigos?”, no puede ser… todo esto es muy extraño…
Cuando llegamos a la esquina de mi casa sentí que todo el cuerpo me temblaba, aquella era mi calle, si, jirón san diego cuadra seis, pero algo había allí que no era normal, la pista no tenía huecos, las casas no se veían igual, estaban, como que más… nuevas… y por más que esforzaba mi vista, no lograba divisar ni un solo árbol en la vereda, “Puta madre que ha pasado…” dije sujetando mi cabeza, cerré y abrí mis ojos muchas veces, pensando que aquello era una visión producto de la borrachera, desde su sitio Pacho me miraba con gesto curioso.
--- o ---
Pacho tocó la puerta de mi casa, o al menos, la que parecía serlo, y cuando luego de muchos golpes la puerta se abrió, el rostro que vi aparecer en el umbral me dejó helado.
Aquella mujer… era idéntica a mi madre muerta hace un año, solo que con muchos... muchísimos... años menos…
Continuará…..
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Ajá, esta historia te quedó buenísima... ya quiero leer la segunda parte! Je
Siempre es un placer leerte.
KaLyA
Bueeeeena brother! ..esperando para la 2da parte.
EXCELENTE HISTORIA! SOLO QUE TE HAZ EQUIVOCADO EN UNA PALABRA " AUTOMOBILES" SE ESCRIBE CON "V".
Kalya: Muchas gracias por leer, y por dejar tus siempre acertados y sobre (todo injustamente) halagadores comments..
Choc: Gracías tío!, que bueno tenerte por aqui nuevamente
Anónimo (¿?): Corregida la palabra!, muchísimas gracias por hacermelo saber eh...
Buen inicio de tu historia, esperemos el gran final.
Karol
Karol:
Karol?... Oe que? jajaja... gracias por la visita :-)
Publicar un comentario