miércoles, 12 de octubre de 2016

La Mano que Grita

Hace 31 años la marca americana "Santa Cruz" encargó al dibujante Jim Philips diseñar un logo para sus Skates. Sentado en la mesa, listo para empezar a dibujar, apretó con la mano el lápiz y pensó en lo poderosa que es la mano y cómo los artistas la han usado desde siempre para expresar emociones, entonces se le ocurrió dibujar una "Mano que grita" ("Screaming Hand").

A inicios de los 90s los Skates "Santa Cruz" se pusieron de moda por estos lares, lo "malo" era que las tiendas de aquí no los vendían, y si los vendían estaban carísimos, aprox. 250 dólares, un precio inaccesible para mí o cualquiera de mis amigos del barrio. Así que nos acostumbramos a verlos "de lejos" en los pies de niños Miraflorinos o San Isidrinos, cuando íbamos con nuestras destartaladas patinetas a montar en la "Rampa Skate Park" que quedaba en la Av. Javier Prado.

Un día, mientras montaba skate en mi cuadra, se me acercó un chiquillo de unos 19 años, "Oye chibolo ven", y como yo lo conocía de vista (vivía cerca de mi casa), me acerqué. Entonces el abrió su mochila y me enseñó lo que tenía adentro: Era un skate "Santa Cruz".

"Te lo vendo, habla, 100 luquitas nomás", me dijo, y yo me quedé mirando el Skate como si fuera una olla con oro, "Pruébalo si quieres", entonces lo sacó de la mochila y me lo dió, yo nunca había montado un Santa Cruz original, era otra cosa, la madera, la lija, las llantas, los trucks, todo era chévere, no pesaba, los baches de la pista no se sentían, y cuando lo alcé y vi el logo de la "Mano que grita" en sus llantas, supe que ese Skate debía ser mío a como de lugar, "Préstamelo y espérame aquí un toque".

Así que caminé hasta mi casa con el Skate bajo el brazo; vamos!, yo sabía que ese Skate era robado, lo supe desde que lo vi, pero yo tenía 13 años y deseaba ese Skate con todas mis fuerzas. Así que fui donde mi madre y le supliqué para que me lo comprara, "Ya pues mamá, yo saco buenas notas, me porto bien, ya no te pediré nada en navidad, ni en mi santo, ni en todo el año". Mi madre, que no sabía absolutamente nada de Skates, pero si de economía familiar, me preguntó por qué debía pagar tanto por un Skate usado, así que salió a la calle a negociar con el vendedor, y Luego de 15 minutos, el Skate era mío, mi madre regateando consiguió que le bajaran el precio a 80 soles.

Nunca me puse a pensar que esa patineta le pertenecía a otro niño, y que tal vez hasta lo habian lastimado para robársela, no, lo único que pensé en ese momento fue en mi, en satisfacer el irrefrenable deseo de posesión que me invadió cuando la vi, pero vamos, tenía 13 años, era egoísta, desconsiderado, irresponsable, un huevón .. ya está.

Pasaron los años y el logo de la "Mano que grita" se convirtió en una imagen de culto mundial, tal es así que el año pasado en Estados Unidos se organizó una exposición donde varios artistas presentaron obras relacionadas con el famoso logo, esta presentación dio la vuelta al mundo.

En mi caso la "Mano que grita" se convirtió en un símbolo de mi niñez, en un dibujo que cada vez que lo veo me recuerda las muchas experiencias que pasé con ese Skate, buenas y malas, y hoy que lo vi, luego de mucho tiempo, me acordé de esta historia y quise escribirla, o tal vez simplemente dejé que mis manos la gritaran..

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domingo, 31 de julio de 2016

Tres soles cincuenta

Se acercaban las diez de la noche, hora de levantar el parche, y no había vendido nada, ni un anillo, ni una pita para la muñeca, nada. Pero eso no era el problema, no vender nada ya había pasado otras veces, el problema era que no tenía ni un sol en el bolsillo, y el cuarto donde dormía quedaba lejos, en el cono sur de Tacna, como a 1 hora en micro, como a 3 horas a pie. Así que aquí estoy, en la calle, en una ciudad que no es la mía, con un frío que cala los huesos, el parche extendido en el piso, la mercadería sin venderse. Encima hoy ni uno de mis amigos vino a trabajar, uno se quedó en el cuarto enfermo y al otro no sé qué le habrá pasado. A mi lado dos pintores conversan, uno es Arequipeño y el otro es Chileno, el Arequipeño le dice que las Chilenas son más lindas que las Peruanas, porque son flacas, blancas y de ojos claros, el Chileno le responde que prefiere a las Peruanas, sobre todo a las Pucallpinas, “Las mujeres más lindas están allá compadre, piel canela, unos cuerpazos”, yo los escucho y solo pienso si alguno de ellos querrá prestarme para mi pasaje. Las tiendas empiezan a cerrar, ya casi no queda nadie vendiendo en la calle, el guardia municipal pasa por 3ra vez mirándome con mala cara, “Y ahora qué hago? Como me regreso al cuarto?”, pienso, “Me subo al micro y le digo que no tengo plata, que por favor me jale? o le digo que le pago con una pitita, con un anillo para su flaca?”, empiezo a guardar las cosas en la mochila, me acuerdo de algo que me decía mi mamá de pequeño, “Siempre que estés en problemas, encomiéndate a tu abuelo”, y así lo hago, me tranquilizo un poco. Entonces escucho una voz, alzo la cabeza y es una chica, “Te acuerdas de mí? Vine por la mañana, te pregunté por un anillo, todavía lo tienes?”, “Claro, claro, lo quieres?”, “Si, tres soles cincuenta no?", "Toma aquí tienes”, y la chica se pone el anillo contenta y se va, y yo empuño los tres soles cincuenta en mi mano, pensando que aquello no pudo haber sido una simple coincidencia…
(Tacna, diciembre 2002)

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sábado, 21 de mayo de 2016

Lalito

Ella, una bella y curvilínea chica de Marketing que vivía en San Borja y venía al trabajo conduciendo un Peugeot color cereza con Stickers de Hello Kitty.

Él, un muchacho humilde de Almacén que vivía en Tahuantinsuyo y venía apretujado como ropa sucia en el Metropolitano.

¿Quién iba a pensar que ambos mundos colisionarían frente a mí?

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A pesar de su casi metro noventa de estatura, todos le decían “Lalito”, era un muchacho robusto y achinado que trabajaba en Almacén. La primera vez que lo vi pensé que tenía unos veintitantos, pero luego me enteré que apenas tenía 19. Como Lalito era muy tímido y no hablaba mucho, una vez le dije para dar una vuelta luego del almuerzo, él aceptó.

Nos fuimos caminando hasta un Supermercado que quedaba cerca y durante todo el camino quise hacerlo hablar sin mucho éxito, intenté de todo pero a Lalito no parecían interesarle ninguno de mis temas, estaba a punto de tirar la toalla cuando Lalito vio algo que lo deslumbró, yo pensé que se trataba de un hembrón de aquellos pero no, lo que Lalito estaba viendo era un auto color azul eléctrico estacionado a unos metros, “Mira!!” me dijo emocionado, “Si, está bonito el carro”, respondí yo, un poco palteado porque el dueño estaba dentro del auto mirándonos.

“Bonito?, este es un Porsche GT4 y los Porsche son mis carros favoritos” dijo Lalito, importándole un soberano rábano el dueño del carro, “Toma, tómame una foto”, me dijo Lalito dándome su celular. Entonces vi de reojo al dueño del carro y como este nos miraba divertido, le tomé la foto. Todo el camino de regreso, Lalito se la pasó hablándome de autos, sin querer había descubierto la pasión de Lalito.

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Un día Viernes, 2 Meses Después…

Por la tarde, un compañero del área de Recursos Humanos me llamó al celular, “Estoy en la Cafetería, puedes venir?, quiero hablar contigo”, me dijo, y yo acudí lo más rápido que pude.

- Conoces a Eduardo, de Almacén?

- A Lalito? Claro, qué pasa con él?

- He recibido una queja sobre él, algo delicado, y como me han dicho que es bien apegado a ti, quería preguntarte unas cosas

- Si, claro, dale

- Tú crees que Eduardo sea capaz de acosar a alguien?

- Qué? –No podía creer lo que estaba escuchando-

- Mira, tú eres mi pata así que te lo voy a contar sin rodeos, conoces a Sandra del Piso 2? La de Marketing?

- Si claro, Sandra, ¿Qué pasa con ella?

- Entró a mi Oficina hoy por la mañana, nerviosa, y me contó que Eduardo se había sobrepasado con ella

( No sé cómo explicarlo, pero en ese momento como que me desconecté y mi mente voló al pasado, apenas una semana atrás. Lalito y yo caminábamos como de costumbre hacia el Supermercado y nos encontramos con Sandra que bajaba de su auto. “Hola chicos” nos saludó con una sonrisa y luego ingresó al Local.

- Qué te parece Sandra?

Me preguntó Lalito, un poco tímido, y como era la primera vez que Lalito me hablaba de una Mujer desde que empezamos a hacernos amigos, me mandé con todo

- Sandrita? Sandrita es un cueraso pues tío, la mejor cara y el mejor cuerpo de la Chamba, 90-60-revienta, encima tiene plata, es inteligente y es Linda con el trato, o sea paquete completo. Y a ti qué te parece?

- Sandrita, es la más linda y buena de todas

Y eso fue todo lo que dijo Lalito, por más que quise hacerlo hablar más del tema, eso fue todo lo que dijo. )

- Sobrepasó? Lalito? No puede ser Diego, Lalito es como un niño, no hay forma que eso haya pasado. Exactamente qué es lo que te contó?

- Me dijo que hoy por la mañana ella estaba sola en su Área y Eduardo entró a dejar unas cajas. Y luego que las dejó, se acercó a ella y la saludó con un beso, pero ella sintió como que el beso fue exagerado, y me dijo que no era la primera vez, que ya en varias ocasiones había sentido eso pero no le había dicho nada porque le dio vergüenza.

- Y eso es sobrepasarse? Dar un beso cariñoso?

- No. Espérate. Me dijo que luego que la besó se quedó parado un rato mirando las Cajas y como ella se sentía algo incómoda con su presencia, sacó su celular y se puso a ver el Facebook. Y entonces de repente, sintió que él vino rápido por detrás y la rozó.

- La rozó? Como así la rozó? No entiendo.

- La rozó “allí atrás” pues, se le pegó mucho, tú me entiendes. Entonces ella no aguantó y le metió una cachetada y lo botó de la Oficina. Luego de eso me llamó para contarme, estaba toda alterada.

- Loco esto es muy raro, Lalito no es así, yo lo conozco, deberías hablar con él y preguntarle.

- Eso es exactamente lo que voy a hacer, pero primero quería hablar contigo, como tú lo conoces.

- Y porque lo conozco, me parece rarísimo que algo así haya pasado, en serio, estoy seguro que debe hacer una explicación lógica, conversa con él por favor

- Ahorita mismo, ¿Más bien me puedes hacer un último favor?, ¿Puedes ir a su sitio y decirle que venga a la Cafetería?

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Curiosamente aquel día, debido a la carga de trabajo, no había podido ir a caminar con Lalito luego del almuerzo. Así que cuando fui a buscarlo era la primera vez que lo veía en el día.

- Habla Lalito

- Hola Marito

- Lalito, ¿Conoces a Diego de Recursos Humanos?

- Si lo conozco

- Pues te está esperando en la Cafetería, quiere hablar contigo

¿Han visto la cara de un niño, cuando la Maestra le dice que lo van a suspender del Colegio si mañana no trae a sus Padres?, Pues esa misma cara puso Lalito: Una cara de preocupación que nunca le había visto.

- ¿Y sabes de qué quiere hablar?

- No. (mentí). Pero debes ir ahorita mismo.

Entonces vi a Lalito ponerse de pie, y pálido como un papel, dirigirse hacia la escalera que iba a la Cafetería. Y aquella fue la última vez que vi a Lalito dentro de ese Edificio.

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3 años después:

Lalito y yo nos encontramos de casualidad en los pasadizos de un Fast Food. Y como los dos estábamos solos, nos sentamos a almorzar juntos. Hablamos de muchas cosas. Me contó de su nuevo trabajo y yo le conté del mío. Luego me preguntó por todas las personas de nuestro anterior trabajo y yo traté de contarle lo poco que sabía. Y casi al final del almuerzo, cuando pensé que nunca tocaríamos ese tema, me lanzó una pregunta sorpresiva

- Y qué sabes de Sandrita? La de Marketing

- La verdad no sé nada de ella

- Tú sabes lo que me pasó con ella, ¿no?

- Algo

- ¿Y por qué no me preguntas? ¿No quieres saber?

- No quería incomodarte, pero si quieres contarme dale

- Ese día yo fui a dejar unas Cajas a su Oficina y ella estaba sola, estaba linda ese día, con su pelito corto y sus anteojos y olía riquísimo, y bueno, yo nunca te dije, pero ella a mí me gustaba mucho, y como ese día estaba sola me propuse hacerle la conversación, pero no sabía de qué hablarle, me puse nervioso, la tenía allí solita de espaldas pero nada me salía de la boca

- ¿Y qué pasó?

- Entonces vi algo en su celular que me puso muy feliz, y entonces me acerqué para hablarle de eso, pero de mala suerte tropecé y la choqué por detrás, y ella se molestó, pensó que yo había querido manosearla o algo así, y me tiró una cachetada y me botó, luego le contó al de Recursos Humanos, y este me preguntó que si era cierto lo que había pasado en la mañana, y yo le dije que sí, que si la había chocado, pero que había sido por la emoción de lo que vi en el teléfono, de casualidad, pero no me creyó, me dijo que eso era acoso y me botaron

- ¿Le contaste todo lo demás?, ¿Que a ti te gustaba esa chica y que lo que querías era hablarle?

- No

- ¿Por qué?

- Porque tú sabes como soy yo Marito, no me salen bien las palabras, mira nomás cuanto me demoré en hablar contigo, además yo estaba muy asustado, nunca me había pasado algo así

- Pues bueno, ya pasó Lalito, y ahora todo está bien, incluso conseguiste un mejor trabajo, dicen que las cosas pasan por algo

- Si pues

Lalito y yo nos pusimos de pie y caminamos juntos unas cuadras hasta llegar a una esquina donde había un semáforo, nos despedimos y prometimos almorzar juntos de nuevo, segundos antes que cambiara la luz a verde y Lalito pudiera cruzar se me ocurrió preguntarle

- Lalito, ¿Y qué fue lo que viste en el celular de Sandra que te emocionó?

- Ella estaba viendo en su Facebook la Foto de un carro, un Porsche rojo GT3, y tú sabes Marito, que a mí me emocionan mucho los carros!

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sábado, 16 de enero de 2016

El ritmo entre tú y yo

La noche de año nuevo mi mujer usó el mismo vestido sexy que llevaba puesto cuando la conocí hace 4 años…

Fue en la fiesta de una amiga muy querida, recuerdo claramente que en un momento de la noche la agarré de la mano y la llevé hacia un lado de la pista con malas intenciones, sin embargo cuando estuvimos solos no supe que hacer, tal vez estaba muy borracho tal vez su belleza me aturdió, el asunto es que no supe que hacer y ella lo notó, “Ok ya estamos aquí, para qué me has traído?” me preguntó divertida y yo respondí honestamente “No sé”, entonces me miró como quien mira a un niño perdido, me tomó de la mano y me llevó de vuelta donde el grupo (lo que no sabía ella ni nadie es que minutos atrás había conseguido llevar a otra chica hacia el mismo lugar y a ella si la había besado hasta que se me secó la boca).

Eran épocas confusas, llevaba algo de año y medio separado de mi ex mujer y luego de una etapa de mierda al fin había recuperado la confianza en mí mismo, porque déjenme decirles que un divorcio no es cualquier cosa, cualquiera que haya pasado por eso sabe de qué hablo, sin embargo uno se recupera y es la primera vez que lo digo (o mejor dicho lo escribo) pero me siento muy orgulloso de la forma como lo hice yo.

En fin… El asunto es que la noche de año nuevo hice realidad lo que no había podido hace 4 años, le hice el amor a la mujer del vestido sexy.

Al otro día nos fuimos a correr, queríamos empezar bien el año y que mejor forma de hacerlo que liberando endorfinas juntos. Cuando ya llevábamos un rato corriendo divisamos a una mujer de unos sesenta años haciendo ejercicios sobre el césped, eran unos ejercicios raros: daba algunos pasos cortos, luego se agachaba un poquito y a continuación estiraba los brazos agitándolos…

- Esa viejita quiere volar

- No te burles oye

- Di lo que quieras pero esa viejita entrena para volar, y cuando vuele se burlará de nosotros, los que solo podemos correr, deberíamos ir a su lado y aprender a volar con ella

- No es necesario, yo siento que vuelo cuando estoy contigo

Amo a mi mujer, y no exagero ni lo escribo para que suene bonito, lo escribo porque es la fucking true, porque me sale de los cojones. Una vez de niño leí un ensayo de Valdelomar donde sostenía que existe un ritmo perfecto para todo…

“Hay ritmo en la luz y en la sombra, en el beso y en el perfume, en el paisaje y en la ola, en el movimiento y en la inercia... Y es terceto en Dante, sugerencia en Wagner, objetivismo en Rossini, sombra y silencio en Rodin, idea en el cerebro, virtud en el alma, impulso en el corazón, belleza en la carne, color, luz, verdad, amor, muerte, misterio, Eternidad...”

Y algo así es lo que siento cuando estoy con mi mujer, siento que hay 'ritmo', un ritmo natural que me hace sentir tranquilo cuando estoy a su lado, cuando corremos juntos, cuando nos tomamos un vinito escuchando música, cuando nos sentamos a conversar en el balcón.. la clase de ritmo de la que hablaba Valdelomar en su ensayo, la clase de ritmo que llevan en sus alas los pájaros (pero aun no, la viejita del parque) para poder volar…


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miércoles, 6 de enero de 2016

El amor, es como una planta.

Haciendo gala de la frase “A la vejez viruela” a mis cuarenta años me he puesto a criar plantas. Tengo cinco en total y a todas les he puesto nombre:

Lechita: un helecho pequeño que compramos para decorar el baño cuando nos mudamos a nuestra nueva casa

Rita: me la regaló mi tía la que más quiero, le puse Rita en honor a ella

Jacinto: un cactus chato pero vigoroso que me regaló N en navidad

Santiago: una plantita de ají, le pusimos así por votación familiar

Maggie: una llama dólar bebé, le pusimos así por el personaje de la película “Million Dollar Baby”

Me gustan las plantas, siento paz cuando las cuido y tengo la absoluta certeza de que son seres vivos y sensibles.

Hace unos días pasó algo con “Lechita” que lo comprueba…

Debido a un par de palabras mal dichas, hace unos días N y yo andábamos medio distanciados. Curiosamente esto coincidió con un suceso extraño notado por mi hija, “Se han dado cuenta que a Lechita se le han caído las hojas?”

Entonces los tres nos quedamos mirando a la planta y comprobamos que era cierto, las hojas de Lechita estaban caídas.

“Será que como las hojas han crecido bastante, el peso ha hecho que se caigan un poco?”, opiné yo

“Será que como está al lado de la ventana ha entrado un ventarrón y eso ha hecho que se caigan las hojas?”, opinó mi hija

N no opinó nada y yo pensé que seguía calladita por las palabras mal dichas.

Un poco preocupados, esa noche retiramos a Lechita del lado de la ventana, le echamos un poco de agua a su platito y la colocamos en medio de la mesa (el lugar protagónico de la Sala). Incluso N le dedicó unas palabras bonitas antes de irnos a dormir.

Tal vez preocupados por Lechita, esa misma noche N y yo conversamos y arreglamos nuestras cosas.

Al otro día desperté muy temprano y me dirigí a la Cocina, quería avanzar con el desayuno antes de que las chicas se levanten, y cuando crucé por la Sala vi a Lechita diferente: Las hojas caídas se habían levantado…

Fui al cuarto y desperté a N y cuando ella entró a la Sala y vio a Lechita se le abrieron mucho los ojos…

Qué pudo haber pasado?, pregunté

Pensarás que soy una tonta amor, pero lo que yo creo es que Lechita estaba así porque estaba triste

Por lo de nosotros?

Ajá

Y yo no respondí nada, pero miré a N y a Lechita de forma tal que ambas supieran que las quería mucho y estaba totalmente de acuerdo. Luego de ello movimos a Lechita a un lado de la Sala con mucho cuidado y nos pusimos con N a hacer el desayuno…


El amor, es como una planta.

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