viernes, 31 de julio de 2020

Compilados Ascensor

El señor de portería vende caleta un cd titulado "Compilados Ascensor", en ese cd graba todo lo que pasa en el ascensor del edificio y que a él le parece interesante. Un vecino me pasó la voz..

-Te vas a cagar de risa, flaco, pero el tío no le vende a cualquiera, tienes que decirle la contraseña.

-¿Cual contraseña?

-Te la mando por WhatsApp.

Así que el domingo en la tarde, a una hora que el lobby está muerto, le digo al señor de portería que me venda el cd, "¿Cual cd?" me dice, haciéndose el huevón, pero al toque le solté la contraseña..

-¿Quien se la pasó?.

-El tío Washington.

-Ah ya, el tío "Huachi" es respeto.

Minutos después estoy viendo el cd en mi televisor de 80 pulgadas tragando unos cheetos. Confirmo que el señor de portería tiene talento con la selección y edición de las mejores escenas: allí está la vecina sexy del tercer piso bien apretada yendo a trabajar, allí están los amigos pastrulos del vecino del doce prendiendo su troncho sin ningún respeto a las normas de convivencia, allí está el vecino urraco que trabaja en Magaly entrando de madrugada con una bailarina, allí está el vecino infiel chapando con la que supuestamente hace pasar como prima, allí está el vecino gay mirándose las pompis en el espejo y allí estoy yo carajo tomándome selfies cuando salgo a correr (pero no me resiento). Un éxito el cd, la verdad sea dicha, ya tengo ganas de ver la edición 2020, porsiaca la contraseña de este año fue “Pásame la blancaflor”, seguro la inventó el vecino del doce..

Pueblo Libre, Julio 2020, año de la pandemia.

Leer más...
miércoles, 1 de julio de 2020

Gitana.

Hoy conocí a esa mujer de la que me habló hace como doce años, ¿se acuerda Don?, ese día que estábamos tomando unas chelas en mi casa, escuchando música, y usted a cada rato me pedía que le ponga la misma salsa de Willy Colón una y otra vez, y cuando la ponía usted se paraba y hacia unos pasitos de baile solo. Usted que siempre fue tan discreto como a la sexta chela soltó, me contó que había conocido a una dama muy hermosa, esas fueron sus palabras, y que luego de cortejarla por buen tiempo al fin ella lo había aceptado.

Recuerdo que me sorprendí cuando me lo contó, usted en ese tiempo todavía vivía con la doña, pero yo sabía que las cosas entre Uds. no iban bien hace años, que solo vivían en la misma casa porque ninguno de los dos tenía otro lugar a donde ir. Usted me pidió no contarle a su hija, jamás lo haría, ni siquiera cuando luego de muchos años usted mismo le contó (usted me enseñó a ser discreto con esas cosas, ¿se acuerda?). Recuerdo también haberme sentido contento por usted, fui testigo varias veces de cómo la doña lo trataba, el amor entre ustedes se había acabado hace tiempo, usted tampoco era perfecto pues Don, ninguno de nosotros lo era, ningún ser humano lo es. Lo que me quedó claro de esa conversa fue que usted estaba enamorado y contento, y que aquella sería la última vez que usted y yo nos tomaríamos unos tragos en esa casa. Luego de esa noche su hija me prohibió que tomara con usted, “Yo sé cómo es mi papá cuando toma y sé cómo eres tú, tengo miedo de que se falten el respeto”, me dijo, también se lo dijo a usted y ambos le hicimos caso.

Jamás volvimos a hablar de ese tema, ¿no, Don?, es más, creo que usted no recordaba habérmelo dicho y fue mejor así. Por mi lado yo guardé sus palabras en ese lugar de mi memoria donde guardo las confidencias de la gente que me importa, y pensé, le soy sincero, que siempre se quedarían allí. Sin embargo, hoy que asistí a su entierro, sentí mucha pena por aquella mujer que no pudo entrar al cementerio a despedirlo, y se quedó llorando, despacito, detrás de esa horrible reja. Por eso no me pude contener Don, me le acerqué y le conté bajito al oído de aquella noche, le dije las palabras bonitas que usted había dicho de ella y le conté como pedía a cada rato que repita esa canción y usted se ponía a bailar solo, “Seguro fue Gitana, esa salsa le gustaba mucho”, me dijo, y pude ver que sonrió un poquito, ella sabía bien que esa era su canción…

“Por si un día me muero y tú lees este papel,

Que sepas lo mucho que te quiero, aunque no te vuelva a ver

Gitana, gitana.. gitana, gitana..

Tu pelo, tu pelo.. tu cara, tu cara..”

Descanse en paz, Don.

Leer más...
domingo, 24 de mayo de 2020

Toy Story

A inicios de esta semana ocurrió algo terrible en mi casa, un suceso que pasaré a narrarles a continuación, pero desde ya les advierto que es algo fuerte, así que si eres demasiado sensible por favor no sigas leyendo.

¿Conocen ustedes esas tapitas plásticas que se le ponen a los tomacorrientes, para que los bebes no metan el dedo y se electrocuten?, pues bueno, mi hija menor ha aprendido a sacarlos delicadamente con una habilidad digna de un carterista de la parada. Más de una vez le hemos dicho y hasta gritado “¡No hagas eso!”, pero ella no entiende.

Lo peor de todo es que luego de sacarlos los esconde en los lugares más caletas e insospechados: adentro de un zapato, en el tacho de la ropa sucia, etc., con decirles que una vez encontramos una de las tapitas adentro de una de las macetas.

Pero lo que sucedió esta semana ya fue demasiado lejos.

En el espacio que uso para trabajar, tengo una pequeña biblioteca, adornada con algunos muñecos de colección, la mayoría personajes de películas, series o dibujos que me gustan.

A veces, mientras estoy trabajando, mi bebé se escapa de su mamá e ingresa a exigirme que juegue con ella, y como se da cuenta que no puedo (porque estoy en una llamada o videoconferencia) me señala con el dedo alguno de los muñecos para que se lo preste. Y bueno, como yo necesito que esté en silencio, a veces agarro un muñeco y se lo doy.

Pero esta semana pasó algo rarísimo, uno de los muñecos (el más pequeño, pero a la vez mi favorito de todos) desapareció de una de las repisas. Interrogué a todos en casa y todos respondieron que no lo habían cogido. Intenté recordar si hubo un día en la semana en que se lo había dado a la bebe, pero por más esfuerzos que hacia no podía recordarlo. Así que desesperado me puse a buscar.

Busqué por todos lados: debajo de las camas, de los muebles de la sala, hurgué en los cajones de cada ropero, cómoda y escritorio existente en la casa (confieso que violé intimidades), hasta en los cajones de la cocina busqué, pero ni así pude encontrar nada.

Ese día recuerdo haberme ido a la cama bien de noche, sintiéndome muy frustrado.

...

Al día siguiente me levanté muy temprano, estaba decidido a pasar la página y olvidar el tema del muñeco perdido. Iba a ser un día con mucho trabajo y debía estar concentrado. Me dirigí a la cocina a preparar un café y de reojo vi la bolsa de la basura, estaba repleta, el día anterior mi esposa había colocado allí los desechos de toda la casa incluyendo los baños.

De repente tuve un presentimiento, una corazonada, así que, sin pensarlo, me arrodillé en el suelo, abrí la bolsa y haciendo de tripas corazón, retiré con mi mano todos los desperdicios que allí habían, toqué alimentos descompuestos, papeles higiénicos cochinos, pañales con sorpresa, uno por uno todo fue quedando en el suelo, no hubo nada que no revisara, que no palpara con mis propios dedos para asegurarme que el bendito muñeco no estaba allí, me desesperaba la idea que mi muñeco favorito fuera a parar a algún botadero de basura de los muchos que hay en Lima.

Pero lastimosamente no encontré nada, así que no me quedó otra que volver a poner todo en su lugar. Saqué la basura a la calle y luego limpié lo mejor que pude la cocina.

Mientras me bañaba me tranquilizó la idea de haber hecho todo lo que podía por encontrarlo, debía, ahora sí, dejar de pensar en ese bendito muñeco.

...

Un par de horas más tarde, ya más relajado, luego de desayunar con la familia, ingresé a la biblioteca y me dispuse a empezar un nuevo día de trabajo, fue en ese momento en que levanté la mirada hacia el “espacio vacío” y me di cuenta de un detalle en el cual no había reparado antes: el libro que estaba justo detrás del muñeco, estaba ligeramente salido, así que me paré lentamente y retiré el libro con mucho cuidado…

¿Y a quién creen que encontré allí atrapado?

Leer más...