domingo, 29 de noviembre de 2009

Vanilla ECHP

Mientras el DJ cuadra la cinta que ECHP y su pata "Peladito" le han dado para que ponga, ambos chiquillos se la rijen para ver cual de los dos aparecerá en el video esta vez… "Alayanke alayanken… po!", "¡Jaaaaa… Te gané!", ríe feliz ECHP, y luego corre donde la quinceañera y la invita a bailar, "Pero… es que yo no se bailar eso", le dice ella avergonzada, "No importa, tu muévete nomás", le dice ECHP mientras la coge de la mano y la jalonea, la pobre niña intenta oponer resistencia, voltea a pedir apoyo a sus amigas, pero ellas en vez de ayudarla le gritan "¡Anda baila nomás oye!", y se ríen y la empujan, y es en ese momento que "Peladito" le pasa la voz al que filma "¡Oye mira, la quinceañera va a bailar!", y entonces el filmador deja a un lado la presa de pollo que se está empujando, coge su herramienta de trabajo y se acerca rápido donde la quinceañera y le prende toda la lucezota de la cámara en la cara, y entonces la pobre niña, ante tanta presión (porque llegado ese momento hasta sus viejos están que corean "¡QUE BAILE!, ¡QUE BAILE!"), no le queda otra que seguir a ese espeso chibolo orejón hasta el centro de la pista y ponerse a bailar con él "Ice Ice Baby" de Vanilla Ice…
...........
El domingo, al otro día del quinceañero, ECHP y su amigo "Peladito" comentan acerca de la fiesta…

- Oe pero… honestamente, ¿qué tal me salió la tirada pa' atrás? –pregunta preocupado ECHP-
- Hmmm… mira… merfi-merfi… masomenos nomás ah, como que todavía no te sale bien-bien –responde sincero "Peladito"-
- ¡Lo sabía!, tamare… ¡no me sale esa wada won!
- Pero practica más pe won, mira, por ejemplo ahorita, en vez de estar webeando aca afuera, porque no vamos a tu cuarto y practicamos el paso pa’ atrás, ¿qué dices?
- ¿Merfi?
- ¡Merfi pe' won!
- ¿Vamos entonces?
- ¡Vamos pe' won!

Entonces ECHP y su pata "Peladito" entran al cuarto, ponen la cinta en el VHS y al toque nomás, ni bien aparece su ídolo en la pantalla, ambos ponen cara de malos y se ponen a repetir todos los pasos que les gustan una y otra vez hasta que les salgan perfectos (o al menos "decentes"), y luego de practicar por más de una hora y sudar como chanchos, los dos se van a la cocina y le piden a la hermana mayor de ECHP que les sirva "Un vaso de Limona helada peee Rossana" para refrescarse…

Como puede apreciarse (o mejor dicho, leerse), ECHP y su causa "Peladito" son fanaticazos del rap y sobre todo del rapero Americano "Vanilla Ice", se saben de memoria todas sus canciones, tratan de aprenderse todos sus pasos, y hasta tratan de parecerse un poquito a él, por eso la vez pasada "Peladito", haciendo caso omiso de la recomendaciones de su madre, chapó la maquina de afeitar de su viejo y se rapó tres truenos a ambos lados de la cabeza similares a los que tenía su ídolo. Lo único malo fue que su madre al verlo así, le metió 6 lapazos (uno por cada trueno) y lo llevó a rastras hasta donde "Don Roberto" (el peluquero del barrio), para que "Le arregle el desastre que su muchacho loco se había hecho en la cabeza"…

Pero fuera de estas pequeñas desavenencias, ambos chiquillos se sentian felices porque últimamente su baile les permitia figurettear a su antojo en todos los tonos del barrio, sobre todo en los quinceañeros, donde ya eran innumerables los videos caseros en los que aparecian saltando de un lado a otro con "Ninja rap" ó contorsionando sus cuerpos flacos al compás de "Play that funky music". Pero definitivamente, si había que elegir una, la que más le gustaba a los dos era "Ice ice baby", cuando sonaba esa canción en un tono, inmediatamente, como si ambos tuvieran resortes en el poto, saltaban de sus lugares desesperados y se ponían a buscar pareja como un par de lobos hambrientos en busca de presa, y cuando la encontraban, no se daban por vencidos hasta tenerla en frente bailando con ellos, aunque esto ultimo era discutible, porque la verdad era que los únicos que bailaban eran ellos, porque las chicas lo único que hacían era menearse desganadas de un lado a otro mirándolos con cólera, rogándole a dios que esa música de mierda se acabara lo antes posible, pero ellos todo lo contrario, dejando "sangre, sudor y lagrimas en la pista de baile carajo, porque por algo no se habían sacado la mierda practicando en el cuarto de ECHP y por las webas Rossana no hacia la limonada helada para que se refresquen", y luego ni bien acababa la canción, los dos regresaban al toque a sus sitios, sin ni siquiera agradecerle la gentileza a las chicas por haber hecho el ridículo con ellos en medio de la sala, y una vez allí, chapaban su vaso de chicha o gaseosa o lo que hubiera, y se ponían a conversar todos "papis", pensando ilusamente que en ese momento, todas las miradas del tono estaban enfocadas en ellos, mal o bien pero en ellos, "y de eso de trataba pe' causa ¿si o no?, de eso se trataba"…

Fin.

PD1: Aquí les dejo este pequeño video, que deja constancia que el rap aun no ha muerto del todo en EBP, es más, aun su ECHP interno recuerda algunos pasitos ;)


PD2: En el año 1992, Vanilla Ice vino a Perú, y como era obvio, ECHP y "Peladito" estuvieron presentes en primera fila observando cada uno de los pasos de su ídolo, en un momento de la noche Vanilla se sacó la camiseta que llevaba puesta, la exprimió y luego la lanzó al público, por más que ECHP se estiró y forcejeó no pudo agarrar ni siquiera un pedacito de ese polo cochino que los fans hicieron trizas, Peladito sin embargo si logró hacerse de un pedazo y ECHP lo envidió toda su vida por eso… Aquella fue la última noche que ambos bailaron rap juntos..

PD3: Si por casualidad, alguna persona aun conserva alguno de esos videos antiguos donde aparecen bailando ECHP y Peladito, por favor sean tan amables de quemarlo inmediatamente o en todo caso informarlo en este blog, el autor está totalmente dispuesto a negociar su compra..

PD4: En la actualidad "Peladito" es economista y vive en Venezuela, ECHP por su parte se convirtió en EBP y se dedica a escribir desvarios en un Blog..

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domingo, 22 de noviembre de 2009

La chicha de Evita

"Y qué tal? Cómo se me ve?", preguntó Evita con una sonrisa de oreja a oreja. Yo le había prestado, debido al frío que hacia aquella noche, mi polera favorita en esos tiempos: una fiorucci color gris con aplicaciones… "Pareces un payaso..", le respondí, arrepintiéndome inmediatamente de la boludés que había salido de mi boca.
Evita era una chica muy linda, alta, achinadita, de cabellos largos y lacios, ligeramente castaños debido al sol, tez morena, y un cuerpo formado y bonito. Me la había presentado –a mi solicitud- mi mejor amigo no hacia mucho tiempo, ella era prima de su actual enamorada..

-Discúlpame Evita –dije apenado-, no fue mi intención ofenderte, soy un imbécil.
-Tienes razón.. eres un imbécil.. ja ja.. –dijo sonriendo, mostrándome sus blanquísimos dientes-

La acompañé hasta su casa y quedamos para salir el próximo sábado. Iríamos a la casa de mi prima Isabel. Aquella era –por esas épocas- una de mis estrategias infalibles para impresionar a una chica: la llevaba a la casa de mi prima en Huaral, donde mi prima –que me quería mucho- siempre me atendía a cuerpo de rey, haciendo que la chica de turno, quedara impresionada con las atenciones brindadas y sobre todo con el hermoso fundo donde vivía mi prima, y luego durante el camino de regreso, amparándome en la romántica oscuridad del bus, yo aprovechaba para decirle al oído lo mucho que me gustaba y lo perfecto que había sido ese día de paseo junto a ella. Por lo general –lo digo humildemente- esa estrategia del paseo a Huaral tenia una efectividad del 90%, y aquella vez con Evita no fue la excepción. Nos besamos durante casi todo el viaje de vuelta, tanto así, que mis labios quedaron resecos durante varios días luego de ese sábado de gloria.

Recuerdo que salimos un par de veces más, fuimos al cine a ver una comedia romántica y a caminar por larco mar, y siempre, durante y luego de las salidas, yo aprovechaba para colocarle unos cuantos besos furtivos sobre su carnosa boquita.
Lo curioso era que no éramos enamorados, al menos no formalmente. Todo había sucedido de una forma tan espontánea, que la necesidad de una declaración no había sido necesaria. Pero a mi Evita me gustaba un montón, y un buen día, al regreso de una salida, en el taxi, aproveché para describirle mis sinceras intenciones de formalizar nuestra relación de amigos cariñosos..

-Evita.. ¿Quieres estar conmigo?..
-¿Ah?.. –dijo confundida-
-Que si quieres estar conmigo, que si quieres ser mi enamorada…

Evita se quedó callada por un momento, me miró a mi, miró hacia la calle, miró el espejo retrovisor del taxista y respondió con naturalidad..

-¿Y para qué?
-¿Cómo que para qué? –dije sorprendido-. Para estar bien pues, para ser enamorados por la legal… No quiero que nadie en el barrio ande diciendo que tu solo eres mi "agarre"..

Evita volvió a quedarse callada, su mirada denotaba una sorpresa total a todo lo que yo le estaba diciendo, luego de pensar un poquito y volver a pasear sus ojos chinitos por todo el taxi, respondió..

-Pero si así estamos bien..

No podía creer lo que estaba escuchando, Evita no quería estar conmigo por la legal, pero sin embargo seguía sosteniendo mi mano en la suya como si nada. Luego de que me dijo eso, no pude decirle nada más durante todo el viaje, cuando llegamos a su casa me dio un beso en la boca, me hizo adiós con la mano y desapareció tras el umbral de su puerta con una sonrisa, como si nada.

No dormí bien aquella noche de febrero. Me la pasé analizando el episodio del taxi por todas sus aristas y llegué a la conclusión que Evita, en su inocencia, se conformaba con llevar esa relación libre conmigo, porque no estaba totalmente segura de mi cariño, y no quería aceptarme como novio oficial por temor a enamorarse perdidamente de mi y luego sufrir cuando yo me cansara de ella y la dejara. Tenia que hallar la forma de convencerla, que mi cariño por ella era sincero.

Ni bien los primeros rayos solares se colaron a través de mi ventana, me levanté, prendí la pc y me puse a escribir una inspiradísima carta de amor para Evita. La escribí en modo de cuento, narrando con algunas exageraciones, la manera como nos habíamos conocido y los mejores momentos de nuestros paseos. Una vez que terminé, salí de mi casa, cogí mi bicicleta y manejé hasta la casa de Evita, ubicada a pocas cuadras de la mía. Llegué justamente en el momento en que su mamá salía con sus cosas hacia el mercado, dispuesta a iniciar un nuevo día de trabajo –la mamá de Evita vendía jugos en el mercado del barrio, y fue allí, en ese pequeño puesto de madera, donde divisé un día caluroso, la grácil figura de Evita tras el mostrador-

-¡Seño!..
-Hola Pepito.. ¿Cómo está Pepito?
-Bien seño, bien… ¿Evita está?
-Uy.. muy temprano vienes pues Pepito, Eva está todavía durmiendo…
-Hmmm… ¿Seño le puedo pedir un favor?.. ¿Seria usted tan amable de dejarle esta cartita en la mesa de noche de su hija? –dije ruborizado-
-Ja ja.. Ya pues Pepito, espéreme un ratito que lo hago al toque..

Y así pues, la misma mamá de Evita me sirvió de mensajera del amor con su hija. Y luego de aquel acto de bondad y de simpatía hacia mi persona, como un mero acto de reciprocidad y agradecimiento, le cargué los 2 enormes baldes de chicha que la señora tenia que llevar hasta el mercado. Luego me despedí amablemente y me retiré hasta mi casa, sudado, pero contento.

Permanecí ansioso todo el resto del día, esperando que el teléfono sonara en cualquier momento y fuera Evita para agradecerme la cartita tan bonita, y para invitarme a conversar con ella en la puerta de su casa. Ahora, luego de leer mi misiva, no le quedaría duda alguna de mi cariño sincero, ya no tendría que decirle que no a mi propuesta formal para protegerse de mi, porque en mi carta yo había dejado bien claro que estaba flechado por ella desde la primera vez que me sirvió aquel vaso delicioso de chicha heladita.

Pero llegó las 7 de la noche y de la llamada nada que ver. Por un momento pensé que la señora Adela, madre de Evita, no le había dejado mi encargo a la vista aquella mañana. Odié en secreto a mi futura suegra, por ineficiente y por abusiva, por haberme hecho cargar esos dos baldazos de chicha sin invitarme siquiera un vasito refrescante luego de semejante esfuerzo. Decidí que lo mejor era visitar a Evita y asegurarme personalmente que hubiera recibido mi carta, descarté la idea de llamarla por teléfono porque sentía una enorme necesidad de verla. Y fue caminando hasta su casa, mientras acababa el puchito de un "Camel" -que descubrí con sorpresa en mi billetera– que me di cuenta que estaba enamorado como un becerro de Evita..

Efectivamente, sin darme cuenta, la simpática chinita, a quien al principio tomé como una ilusión pasajera de verano, se había adueñado de mi corazón loco de 17 años. No había nada porque preocuparse, por el contrario, era un momento de alegría para El Chibolo Pepin, ya que no hay nada mejor en este mundo que el amor cuando este es correspondido, y era un hecho que Evita me quería, me lo había demostrado en todas esas salidas juntos, con sus miles de besitos y con la cara de cojuda que ponía cada vez que yo le decía algo bonito, algo halagador. Caminé sobre nubes aquellas siete cuadras que separaban mi casa de la suya y cuando doblé la última esquina que me impedía divisar su casa, pude verla en la puerta, paradita, haciéndole "chau" a un auto guinda que se alejaba..

-Hola Evita –dije sonriendo y le di un beso en la mejilla-
-Hola Pepito –dijo ella, con un gesto entre amable y sorprendida-

Los dos nos sentamos como siempre, en unas enormes piedras que estaban enclavadas en el jardín de su casa y hacían de improvisadas bancas para los visitantes.

-¿Recibiste mi carta? –ataqué-
-¡Claro que si! –dijo con una enorme sonrisa-
-¿Y..? .. ¿Te gustó?
-¡Por su puesto! –dijo emocionada, riéndose, y con un rápido movimiento se me acercó y me dio un beso- .. ¡Gracias Pepito!

No puedo describir con palabras la enorme felicidad que sentí cuando ese fugaz besito se depositó sobre mis labios, ¡Qué lindo era el amor carajo!..

-Entonces… Evita… –Me acerqué hasta donde estaba ella y la abracé, ella no opuso resistencia- Supongo que ahora si me vas a decir que si…
-¿Decir si a qué? –dijo extrañada-
-A estar conmigo pues tontita –dije acariciandole el cabello- yo no quiero que nadie de tu familia, ni nadie del barrio, piense que me estoy aprovechando de ti. Quiero estar contigo en serio, como debe ser..
-Pero Pepito.. –dijo Evita y al instante su rostro se volvió una mueca triste-… Yo no quiero estar contigo..

Sentí como si una culebra asquerosa revoloteara dentro de mi estomago.. pero aun así reuní las fuerzas suficientes para proseguir con la conversación..

-Pero… ¿Por qué no?
-.......
-Respóndeme pues, ¿al menos eso no?
-No sé… es que a ti, yo solo te veo como amigo..
-¿Cómo amigo?
-Ajá.. –dijo con la mayor naturalidad del mundo-
-Pero… ¿Y entonces porque me besas?
-No sé… porque eres lindo, porque me dices cosas bonitas.
-Y eso.. ¿No significa que me quieres?
-No.

Sentí un poco de nauseas, y como si todo mi cuerpo, repentinamente, experimentara un bajón de temperatura..

-Pero… No crees que, si seguimos saliendo como hasta ahora… algún día… ¿Me puedas llegar a querer?
-No Pepito.. Yo nunca te voy a querer..
-¿Estás segura?
-Si –dijo, y se puso de pie, como dando por finalizada esa conversación-
-Bueno, me voy..
-Ya pepito.. ¿Y cuando vienes? –dijo con una sonrisa-

No lo podía creer, la cojuda estaba sonriendo, me había roto el corazón y estaba sonriendo..

-No sé... Yo te llamo..
-¡Ya pues! –dijo entusiasmada-

Me le acerqué para despedirme y me quiso dar un beso en la boca, como siempre. No me dejé, le volteé la cara, y recibí el beso en la mejilla, di media vuelta y me alejé del lugar pensativo..

¿Qué era exactamente lo que yo quería de Evita?
¿Pasear con ella?
¿Abrazarla?
¿Besarla?..
¡Pero si todo eso lo hacíamos ya!..
¿Qué quería entonces?...

Quería que me quisiera, que sintiera lo mismo que yo sentía por ella, y que eso no pasara me hacia sentir triste, me dolía como mierda, en el corazón, en mi amor propio...

Continué martirizándome muchas cuadras más, mientras caminaba hacia mi casa, con la mirada enterrada en el piso. De pronto, una visión, me sacó del trance en el que me encontraba. Allí, en frente mío, estaba el puesto de jugos de la mamá de Evita, unos cuantos pedazos de madera unidos por clavos. Mi mirada recorrió minuciosamente aquella covacha de 3 x 3 metros, construida improvisamente sobre un cuadrado de mezcla de cemento, un monumento a mi estupidez...

"Sigue vendiendo tu chicha nomás, china de mierda"

Dije para mi mismo, me reí solo y continué mi camino a casa, ahora me sentía de mejor humor...

Fin.

PD1: En la actualidad Evita ya está casada, tiene una hijita de 1 año, a veces me la encuentro caminando por el mercado y me saluda como siempre, con la misma hermosa sonrisota de dientes blanquísimos..

PD2: Esta historia es un "enlatado", la escribí hace mucho tiempo..

PD3: Hoy la K me dijo "¿Y que milagro que ya no escribes?" y yo le dije "¿Tu crees que no quiero?, lo que pasa es que no tengo tiempo..". Y es verdad, ultimamente no tengo tiempo de escribir cosas nuevas :(

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jueves, 12 de noviembre de 2009

Un Parchero Improvisado

.. Luego de almorzar, regresamos a paso lento hasta el lugar donde horas antes habíamos estado vendiendo nuestra mercadería, y fue grande nuestra sorpresa cuando en el mismo lugar, disfrutando de la acogedora sombrita de nuestro ciprés, se encontraba un muchacho bajito, trigueño, algo rechoncho y de largos cabellos cobrizos, quien al descubrir nuestras miradas, nos regaló la mejor de sus sonrisas y nos invitó a preguntar sin compromiso por el precio de su mercancía, la cual constaba de toda clase de accesorios alucinantes: pititas para la muñeca hechas de fibra de marihuana, pipas elaboradas con coco de la selva y bambú, collares con místicos símbolos celta, anillos de emantita, aretes de oxiliana, un viejo tótem construido con un pedazo de madera viejo –que luego nos contaría, encontró durante una peregrinación a la Virgen de las Cocharcas–, un poco de "duropox" y el diente de un tiburón, es decir pues, la mayor y más variopinta colección de productos "hippie" que había visto en mi vida...

- A decir verdad loco, hasta hace un rato éramos nosotros los que estábamos aquí vendiendo –le dijo Alfredo muy serio-
- Pues no hay problema –respondió, haciéndose a un lado y sin perder la sonrisa– aquí hay espacio para dos y hasta para tres, si son flacos como ustedes..

No pudimos evitar sonreír ante la simpatía de aquel muchacho, quien luego nos contaría, había salido semanas atrás de su natal Huancayo, para aprovechar estas épocas y hacer (como nosotros) algo de platita. Cuando le preguntamos hasta cuando planeaba quedarse por estos lares se encogió de hombros y respondió que "se regresaría a Huancayo cuando se le acabara la merca o cuando se aburriese, no había apuro", hablaba con un ligero dejo serrano, como si por ratos, cantara en vez de hablar…

- ¿Y ustedes que venden en su parche?
- ¿Parche? –preguntamos curiosos-
- ¡Su trapo pues!, ¿no saben?, se le llama "parche" porque parece eso pues, cuando se le pone en el suelo con la merca encima… un parche pa'l suelo..
- No es un trapo loco –aclaró Alfredo–, es el manto de mi abuelo, lo trajimos para que nos traiga suerte y nos ayude a vender la… la merca como tu dices
- ¿Ustedes son de Lima no?, se les nota por como hablan, "Osea manyas loco" –dijo riéndose.
- ......
- ¿Y qué es lo que venden pues?, todavía no me han contestado

Por toda respuesta –y ya resignados con la presencia de nuestro nuevo vecino– procedimos a extender nuestro "parche" y acomodar en él toda nuestra mercadería, añadiendo esta vez, algo de buen gusto citadino en su armado, logrando que nuestros productos lucieran más vistosos y provocativos para nuestra clientela. Desde su lugar Miguel –qué así nos había dicho que se llamaba– nos observaba curiosísimo…

- ¿Qué?... ¿También venden ropa?
- Así es, mi estimado –le respondió Alfredo-
- ¿Ah si?... ¿Y cuanto cuesta ese polito con la estrella roja en medio?
- El módico precio de veinte soles –le contesté esta vez yo-
- ¡Veinte morlacos!... ¿y por qué cuesta tan caro?
- Porque es una prenda All Star, de Converse, una marca de calidad reconocida en el mundo entero –se ufanó Alfredo-
- Vaya que ustedes si son locos en serio –se burló Miguel-

A pesar de que varias personas se detuvieron a preguntarnos el precio de algunas cosas, no vendimos nada durante el resto de la tarde. Curiosamente las que más preguntaban eran las chicas, a quienes les llamaban bastante la atención los anillos y las pulseras elegidas por Vane. Por otro lado, nuestro publico objetivo, los jóvenes y adolescentes más fashion de la zona, se pasaban de largo, mirándonos a Alfredo y a mi de reojo, con algo de desconfianza, parecía que a pesar de estar sentados en el piso, llevar zapatillas viejas y de estar vestidos con ropa muy sencilla, aun lucíamos como dos jóvenes limeños disfrazados de comerciantes, éramos una farsa y nosotros más que nadie lo sabíamos, pero como todo en esta vida, sólo era cuestión de tiempo para superarlo, y llegaría el día en que las calles de Tacna y en particular las dos cuadras de este pasaje Vigil –histórico pasaje donde se firmó el acta de la entrega de Tacna al Perú en 1929–, nos terminarían de aceptar y asimilar del todo...

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PD: El texto que acaban de leer forma parte de un cuento (la verdad bastante largo, por eso no lo colgué todo) que escribí hace ya algunos años, basado en una de las experiencias mas chéveres y enriquecedoras que he tenido en mi vida, la de ser "Parchero" :)

Fotito pa'l recuerdo.

De izq. a der.: Chibolo Figuretti, Juan El Pintor, Pintor Número 2 (no me acuerdo su nombre, lo conocimos el día que tomamos la foto y nunca más lo vimos), El Buen Miguelón (le gustaba que le digan "Micky"), EPP (El Parchero Pepín), El Buen Alfredo y El Tío Zapatero (quien muchos años después cuando regresé al pasaje, era el unico que seguía allí, cuando lo saludé no me reconoció, pero al rato que le di su propina se acordó toditito.. jaja.. no había cambiado nada..)

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domingo, 1 de noviembre de 2009

La chica de las zapatillas moradas

Ella tenía unas Converse moradas y yo unas negras… así que por una simple cuestión de lógica, era un hecho que tarde o temprano estaríamos juntos. Pero ya había pasado una semana, y luego otra, y yo aun no me había animado a hablarle, era medio cojudo en esas épocas, la verdad…

Pero no vayamos tan rápido y retrocedamos unos diítas…


Eran las vacaciones de verano del año milnovecientosqueteimporta, y mi vieja, viendo el prospecto de fumón que tenía en casa, decidió matricularme en un pequeño instituto, a estudiar la carrera de moda en esas épocas: Computación.

La verdad sea dicha, a mi me gustaba la computación. Desde los 13 años me divertía creando pequeños jueguitos en un computador atari que mi viejita me había traído de Arica. Así que cuando doña Elsa me informó que me había inscrito en un instituto, no le puse fea cara, es más, hasta me emocionó un poquito la idea.

Pero todo cambió el primer día de clases, cuando bien bañadito y oloroso, hice mi ingreso en aquel instituto del centro de Lima. Creo que no había transcurrido ni quince minutos y yo ya estaba completamente desencantado. El instituto era misio y feo (seamos honestos), el profesor era un huevón (lo odié desde que lo vi), y con respecto a las clases me había dado cuenta de que allí no aprendería nada de lo que en verdad me gustaba, no aprendería a programar, ni a diseñar, ni a crear ni mierda, y todo eso porque a mi vieja se le había ocurrido matricularme en unas aburridísimas clases de 'Office'…

Cuando por fin llegó la hora de salida, a mí lo único que me había quedado claro, era que no volvería nunca más a esas clases de mierda, ya encontraría mejores y más productivas cosas que hacer en esas horas, como irme a Galerías Brasil a que me graben música, o practicar mi flip 360 con el skate (truco que por cierto, nunca me llegó a salir carajo). Y en esas estaba, despidiéndome de ese feo lugar para siempre, cuando la vi… estaba parada a un lado de la entrada, con su carita de mala y su zapatilla morada apoyada en la pared. Debía tener como 17 años (2 más que yo, que por esas épocas tenía 15), pero eso a mi no me importó porque desde ese preciso momento, quedé templado como un becerro de aquella chica desconocida, ¿no regresar al instituto?, ¡las huevas!, tenía que seguir yendo nomás y encima quedarme todo el tiempo que pudiera para poder conocer y estar con esa flaquita..

Y ahora si volvemos al principio de esta historia, como les digo, ya habían pasado 2 semanas, y de hablarle a la flaquita nada. No se si a ustedes les haya pasado, pero a mi de chibolo, cuando una chica realmente me gustaba, me ponía más cojudo que de costumbre y me quedaba mudo. La cosa es que estaba decidido a hablarle a Sandrita, que así se llamaba la susodicha (se lo había escuchado decir a una de sus amigas), pero para mi mala suerte, Sandrita no estudiaba en mi mismo horario, yo estudiaba de 3 a 5 de la tarde, y ella de 5 a 7, o sea que ni con el horario la había chuntado mi vieja!, todo era más difícil para su amigo ECHP (en esas épocas, El CHibolo Pepín), ya que solo tenía aproximadamente 10 ó 15 minutos (entre mi salida y su entrada) para intentar hacerle el habla..

Pero cuando las cosas tienen que pasar, pasan, y un día que nunca olvidaré, me la pasé toda la primera hora de clases, lucubrando como conocer a Sandrita, “Ya basta de mariconadas carajo, hoy mismo te quitas un poco más temprano, sales y le hablas, no hay de otra”, y así pensando huevadas estaba, cuando de pronto sentí un lapicero en mi espalda, “¿Qué fue, qué pasó?”, le dije a Miguel, el pata que se sentaba atrás mío, y al toque este me indicó la pizarra, donde el profesor me estaba mirando con cara de asado..

“Señor, hace como 2 minutos estoy que le digo que conteste una pregunta, y usted está todo ido, pensando en los huevereques del gallo seguramente…”, (todo el salón ríe), “Por favor, le repito la pregunta, ¿Cuál sería la formula para hallar el promedio ponderado en esta serie en Excel?”, entonces yo me quedé mirando la pizarra por un largo rato con cara de cojudo sin decir nada, porque no entendía ni mierda de Excel, ni de computación en general, porque yo a la única que me quería 'computar' era a Sandrita, la chica con cara de mala y zapatillas chéveres que entra a las 5 profesor, y yo en vez de estar afuera con ella intentando hablarle, estoy aquí mirando su cara de huevón profesor, porque vaya que usted está cagado profesor, porque yo 'cuando sea grande' profesor, no voy a ser ni cagando como usted, yo no voy a enseñar esta mierda de Office en un instituto 'medio-pelín', yo voy a estudiar Publicidad en la Toulouse y voy a trabajar de creativo en una empresota y voy a ganar un sueldazo y voy a tener mi carrazo y mi casota y mi esposota y…

- Señor, ¿hasta qué hora cree que le vamos a esperar, va a responder la pregunta o no?
- No, profesor…
- Ok, preguntémosle a alguien con cerebro esta vez…, (todos vuelven a reír), Alumno Demóstenes, haga el favor de responder la pregunta que le hice a su compañero
- =AVG(A1:A5)…
- ¿Ya ve qué simple señor?, ¿eso no puede hacer usted?

Como dije al principio de la historia, mi relación con el profesor fue mala desde el comienzo, supongo que yo le caí mal porque del saque se dio cuenta de que mi interés por su curso era nulo. Y a mi él no me caía por muchas razones (todas estúpidas y superficiales), se le notaba pedante, acartonado, creído, siempre iba a dictar clases vestido con sus zapatitos marrones bien lustrados, su pantalón crema medio ajustado, y su camisita celeste manga corta bien planchadita, planchadita como su pelo, el cual usaba todo para atrás bien peinado con harto gel. Era un tipo joven el profesor, debía tener máximo unos 27 años, lo recuerdo alto, trigueño, bien plantado…

Pero bueno, a la mierda con el profesor, sus insultos cojudos no me iban a afectar, porque esa tarde a la salida yo tenía una cita con el destino, el destino se llamaba Sandrita, usaba converse moradas y yo le tenía hartas ganas, así que saliendo nomás me fui al toque al baño, me lavé un poco la cara, y me miré al espejo, “Hoy día es el día huevón, así que sales y le hablas, nada más”, así que salí del baño, bajé por las escaleras y la busqué con la mirada, pero no logré ubicarla, no estaba por ningún lado, no era posible, “No era posible que justo hoy que estaba decidido a hablarte no vinieras Sandrita, eres mala, me cagas la vida carajo, me la cagas…”, cuando de pronto, una voz femenina sonó detrás mío, y me dijo “Hola”…

Díganme mentiroso, estafador, cuentero, florero, lo que quieran, pero en serio les digo, que era la misma Sandrita en persona. Teniéndola frente a mí me di cuenta de que era unos centímetros más alta que yo, “pero eso no importaba, en un par de años yo crecería más y la pasaría, así es la naturaleza carajo, las mujeres desarrollan más rápido que los hombres pero luego allí se quedan, en cambio nosotros crecemos hasta los 18…”, pensaba yo todo cojudo mientras ella me miraba divertida…

- Oye chibolo, me puedes hacer un favor…
(¿Chibolo?)
- Si, mira, ¿tú conoces al profesor Zanetti?
(¿Profesor Zanetti?)
- ¿Ah?... si, si… yo conocer… Zanetti… profesor… mío
- Chévere entonces, mira, entra y dile que Sandra lo está esperando en el laboratorio ¿ya?
- Es queeeee…
- Ya pues… no seas malito, ¿ya chibolo bonito?, yo aquí te espero…

Con lo de “chibolo bonito” me cagó, así que contra todo pronóstico, le estaba llevando un recado de mi hembrita al profesor Zanetti, que así se llamaba el hijo de puta de mi profesor, “porque estaba claro para mi que Sandrita era mi hembrita, bueno, y si aun no lo era, lo sería de aquí a un tiempo corto, porque si pues, no me gustó que me dijera chibolo, pero al menos me veía bonito, y eso ya era algo positivo, así que tiempo al tiempo nomás, yo me la sabría ganar a Sandrita, que ahora que la he visto de más cerca, hasta los ojitos un poco claros tiene, ¿y que rica que está por detrás no?, nada que hacer que tengo buen gusto carajo, así que ahora llegando a mi casa, me meto dos ‘harakiris’ en su nombre, temporalmente nomás eso sí, porque como dije antes, en corto tiempo, ya no tendría la necesidad de hacer eso porque ella sería mi hembrita oficial, la más oficial de las oficiales”…

Cuando llegué al salón mi profesor no estaba, así que lo odié más aun, porque justo en este momento en que en verdad me iba a servir de algo conocerlo, no estaba en su sitio este huevón, “Ta' mare, ¿Y ahora?, ¿Cómo le hago el favor a mi Sandrita?, que seguro quiere hablarle de sus notas o algo así, porque seguro que este huevón del profe la odia como a mi, porque con esa pinta que tiene, segurito es un poquito relajada la pobre, y como a mi, no le entran las formulas del Excel de mierda en la cabeza”…

Así que bajé a la primera planta del Instituto pero Sandrita ya no estaba, “Putamadre, ¿y donde se metió?”, entonces se me ocurrió que como me había demorado mucho, ella se había adelantado y se había ido de frente para los laboratorios, “Esperando tal vez que yo, su futuro enamorado, llegaría de la mano con el profe, para que juntos lo convenzamos para que le suba un poquito la nota o lo que sea”.. Fue entonces que caminé presuroso hasta el laboratorio, abrí la puerta sin tocar, y los vi… el profesor estaba apoyado en el pupitre y tenía a Sandrita cogida de la cintura, se estaban besando…

Todo pasó muy rápido, ellos voltearon para verme pero yo ya había desaparecido…

Aquella fea tarde, de ese feo verano, salí de ese feo instituto para nunca más volver, y me fui caminando por toda la avenida arequipa, sintiendo como si algo hubiera reventado dentro de mi pecho, hasta que llegué a la playa, y una vez allí, me quedé mirando el mar hasta que se hizo de noche…

Fin.

PD1: Me acordé de esta historia ayer, cuando vi a una linda chica con unas All Star moradas en el Centro Comercial...

PD2: Tiempo que no publicaba una historia tan larga, espero que no los haya aburrido mucho...

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