jueves, 23 de agosto de 2007

El Reggaeton de Silvana


Llegamos a la casa de Armando como a las 9 de la noche. Desde que tengo memoria, siempre habíamos terminado la juerga en su casa, ya que –designios del destino– su cumpleaños coincidía con el aniversario del colegio. Hartos recuerdos gloriosos vienen a mi mente, recuerdos de esos festejos de chibolos de 17 años, con su musiquita de guns’n roses, y su oferta de coca-cola con ron… hígados jóvenes que recién se iniciaban en los caminos sinuosos del alcohol.
Lo diferente, esta vez, es que han transcurrido 10 años desde la última vez. Ya no hacemos la “chancha” para viajar apiñados en un taxi. Ahora llegamos cómodamente sentados en el flamante Audi plateado del orgullo de la promo: “Pollito” López, toda la vida primer puesto del salón y ahora exitoso gerente comercial de un conocido Banco.
Nos abrió la puerta el mismo Armando, fuera de las oscuras ojeras que ahora lucia, no había cambiado mucho desde las épocas del colegio. Abrazó efusivamente a cada uno de nosotros y nos invitó a tomar asiento en su pequeña sala. Su cara lo delataba, era un hecho que se había amanecido bebiendo por su cumpleaños. Abrimos las botellas de cerveza que habíamos comprado en el grifo y comenzamos a tomar, Armando lucia muy alegre, exageradamente alegre, diría yo, sobre todo con Gonzalo Espino, quien había sido su compañero de carpeta en el colegio, se le acercaba, lo tocaba, lo despeinaba, se podría decir que la reunión giraba alrededor de las anécdotas que ellos contaban.
A mi lado se sentó Palmiro Guerra, quien la verdad, no gozaba de ninguna gracia a la hora de la conversa, se puso a hablarme de su nueva chamba, de los problemas con su novia (una enferma de los celos y mitómana, según me contaba) y de sus planes futuros. Un plomazo Palmiro, clásico espécimen humano que es feliz manteniendo una conversación donde el único interlocutor es él.
Y así transcurrieron varios minutos, hasta que, urgido por mi vejiga, tuve que abandonar la sala hacia el cuarto de baño. Luego de orinar y mojarme un poco la cara, regresé a la sala y me di con la sorpresa de que mi sitio ahora estaba ocupado por una mujer, una chica de veintipico años, alta, blanca, rellenita, de rebeldes rulos castaños bien peinados hacia atrás. “Te presento a Silvana y Paola”, me dijo Armando, y solo entonces reparé en la figura de la otra fémina sentada a su lado, la cual, ante la presencia de Silvana, lucía opaca y delgaducha…, insignificante.
La conversación entonces giró hacia otro rumbo, como era natural, ante la presencia de dos especimenes hembras, los machos emprendieron una cruenta competencia por destacar del resto. Es así que “peluquita” Díaz se retiró inmediatamente al baño y regresó con el copete más peinado, alto e imponente que nunca, “pechito” Carvajal se despojó ipso facto de su casaca y procedió a conversar de las miles de ventajas del gimnasio al cual acudía, resaltando siempre, en cada movimiento de brazos, sus bien trabajados bíceps, “pollito” Lopez sacó a propósito las llaves de su audi y salió un rato a chequearlo, dejando bien en claro que esa nave, ese platillo volador espectacular era suyo, ¡hasta el buen Palmiro Guerra!, que hasta hace unos minutos me conversaba de su chamba, me dio la espalda, se puso las pilas, y logró improvisar un par de bromas graciosas que hicieron reír a las chicas.
En ese momento Armando se puso de pie y prácticamente a jalones, obligó a Silvana a ponerse de pie y la hizo bailar un reggaeton con él, “Ella lo baila pegao .. pegao .. pegao!!”, todos en esa pequeña sala nos quedamos cojudos, y es que podría jurar que ninguno de nosotros –incluyendome– había visto de tan cerca una buena sesión de “perreo” en todo su esplendor. Armando se pegó a Silvana por detrás, la cogió por la cintura con una mano, y luego ambos se fueron hasta abajo bien entrepiernados. Mis ojos se paseaban lentamente por el cuerpo de Silvana, si bien es cierto que era una muchacha con un ligerísimo exceso de peso, para mi, en ese momento, con mi par de tragos adentro, estaba endemoniadamente rica, su parte trasera era perfecta, llevaba puestos unos jeans a la cadera desteñidos y rotos que le quedaban súper sexys, y cada vez que se iba hasta abajo, al compás de la música, podía vislumbrar, sutilmente, las tiritas negras de su ropa interior de encajes. Digamos las cosas como son, sin hacer uso de palabras difíciles y sin adornar las oraciones con adjetivos complicados: Ese bailecito de mierda nos dejó arrechasos a todos, esa era la realidad, y luego de que hubo terminado, los ojos de todos los varones presentes, estaban puestos en la anatomía algo rechoncha pero muy femenina de Silvanita, especialmente los míos. “Me gusta tu polo”, le dije a Paola, pero con toda la intención de llamar la atención de Silvana, “Gracias, Me lo compré en una liquidación de saldos. Está bonito ¿no?”, y así me enfrasqué en una conversación con la tal Paola, que viéndola de bien cerca, no estaba nada mal tampoco, fue ella quien notó mi anillo, “Oh.. ¿Eres casado?”, todos mis amigos soltaron una risotada, todos ellos aun eran solteros, “Si quiera sácate el anillo pe’s huevón” –dijo “pechito”, inflando el pecho-, yo solo me reí, Silvana volteó y al fin me miró. Minutos mas tarde me ofrecí a comprar una caja más de cerveza y salí acompañado de Palmiro hacia la tienda más cercana, y cuando regresábamos hacia la casa de Armando, vimos a Silvana parada al lado de una camioneta negra, conversando con el pata que la conducía, cuando nos vio se sonrió conmigo y nos hizo una señal con la mano como diciendo “Ya voy”.
A propósito me senté en el sitio de ella, y cuando ella regresó me levanté y me quedé parado a su lado, solo entonces pude conversar con ella…
- - ¿Cuánto tiempo tienes de casado? –me preguntó-
- - Seis meses…
- - Oye, es poco tiempo… Yo tengo un hijo de 4 años, pero su papá vive en estados unidos, estamos separados
- - Ah mira… Mi esposa tiene 7 meses de embarazo
- - Pucha que bien, ¿Y ya sabes qué va a ser?
- - Aparentemente, una mujercita..
- - ¡Las mujercitas son lo máximo!.. ¡Pero tu querías un hombre seguro!..
Y así pasaron los minutos, conversando con Silvana, me cayó de lo más bien, tenia un tonito de hablar que me encantaba, y se notaba que era una flaca superada e inteligente. En un momento de la reunión Armando se acercó donde nosotros y me empezó a preguntar por mi esposa, se le notaba algo contrariado,
- - ¿Y loco?.. ¿Cómo está la bebe?..
- - Nada tío, aun no nace, de acá a dos meses, supongo..
- - ¡Uy tío!.. ¡O sea que hace meses que no la vés!
Todos celebraron la broma con risotadas exageradas, influenciadas por los varios litros de cerveza que tenían dentro, yo asimilé la broma como siempre, tranquilo, sonriendo.
- Silvana, ven un toque.. –dijo Armando-
- Ok..
Armando y Silvana demoraban mucho en la cocina, y como la cerveza se había acabado, Gonzalo decidió entrar a la cocina por más trago, cuando regresó se sentó a mi lado, abrió la botella con los dientes y me dijo despacio en el oído: “Armando se la está tirando a la gordita en la cocina”.
Cuando esa botella de cerveza se acabó, “Pollito” anunció que se iba porque tenia que manejar, y cuando preguntó quien se retiraba con él, el único que se ofreció fui yo.
- ¿La gente ya está pasada no tío?... Y con solo dos hembras allí, van a terminar cachándose entre ellos –rió de buena gana “pollito”-
- Si pe’s tío –dije de mala gana-
- ¿En donde te dejo?
- Déjame en el cruce con la avenida El Ejercito…
Ni bien bajé de la nave de “pollito” paré un taxi, y cuando el tachero me preguntó que para donde me llevaba, le dije sin dudar “Llévame a las cucardas”.
No iba a ese lugar desde hace mucho tiempo, desde aquellas épocas en que conocí a toda esa gente putañera de la Consultora donde entré de practicante, ellos me introdujeron durante un tiempo en la práctica del sexo por dinero y yo me sentí muy cómodo en esos ambientes, siendo adiestrado por ellos. Me quité el anillo y lo guardé dentro de mi media, compré mi ticket en la puerta por veinte soles, y entré al lugar. Todo estaba como lo recordaba, dos pasadizos levemente iluminados por focos rojos y lilas, y en las puertas, jóvenes cuerpos en ropa interior ofreciéndose por sesenta soles.
Caminé a paso rápido, una vez, dos veces, por los dos pasadizos del local, mis ojos se paseaban de cuerpo en cuerpo buscando… buscando…. pero por más que busqué y busqué, no encontré lo que buscaba: una mujer que provocara en mi truza, lo que hace algunos minutos había provocado Silvana. Abandoné el lugar.
Cuando salí a la calle estaba lloviendo, era noviembre y recordé aquella canción de Guns’n roses, “November rain”, y sonreí con la coincidencia, paré rápidamente un taxi, estuve de acuerdo con el precio y me subí. Con la cabeza pegada a la ventana, mirando las calles sucias de la avenida argentina, recordé las palabras de Gonzalo, “Armando se la está tirando a la gordita”, y no pude evitar que mi cerebro imaginara la escena, Armando detrás de Silvana en la cocina, los dos con el pantalón abajo, ¡Y la truza de encajes negra!. No pude evitarlo, introduje mis manos en los bolsillos y me toqué, primero con una, luego con las dos, primero suave, luego rápido, y seguí, y seguí… y seguíííííííííí….. y seguííííííííííííííííííííííííííííííí…. Hasta que…… llegué.
Cuando entré al cuarto todo estaba oscuro, caminé de memoria hacia mi cama y me acosté al lado de mi esposa…
- ¿Qué hora es mi amor?
- Son la 1 de la mañana bebé..
- ¿Y que tal el reencuentro con tu promo?
- Bien.... todo bien…
Me le pegué por detrás a mi esposa y le besé la nuca..
- Amor…. Sabes bien que no podemos
- Si amor, yo sé
- Espérate dos mesesitos más ¿ya?
- Ya reyna….
Ella cogió mi mano derecha y luego de besármela, me la puso encima de su barriga, fue entonces que se dio cuenta.. “Amor…. ¿En donde está tu anillo?”.

3 comentarios:

Mariam dijo...

Hola Pepe.
Gracias por tu comentario en mi blog. Me han gustado mucho tus historias, lei todo!
Que partes de tus escritos son inventos y que partes son ciertas? Me quede confusa.
Mariam

[ [EBP]] dijo...

Hey gracias!, viniendo de alguien que también escribe es un gran elogio. Digamos que todas las historias tienen algo de invento y algo de cierto, sino imaginate! jaja..

Anónimo dijo...

Mi Lilian es muy complaciente, y ya me a perdonado varias, pero estoy avisado, una mas y la pierdo...