Hoy hubo reunión en la sede del banco en el centro de Lima. Se celebraron los cumpleaños del mes y Liliana, la gerente del área, aprovechó la oportunidad de tenernos a todos reunidos para hacer algunos importantes anuncios. El primero fue que desde este momento nuestra área pasa a reportar a una gerencia distinta, lo cual (la verdad sea dicha) no nos afecta en nada a nosotros, las “hojas del árbol”. El segundo fue que debido a la nueva coyuntura legal-laboral (la cual ha sufrido recientes cambios, como por ejemplo que ahora las empresas no pueden tercerizar más del 20% de una área..) el banco está estudiando cual es la mejor manera de arreglar la situación de todos los empleados que trabajamos en el banco a través de otra empresa. El tercero más que un anuncio fue una despedida para todos los trabajadores que han sido separados del banco en estos últimos días (6 personas en total, de los cuales 3 eran de mi área). Puedo apostar que al menos la mitad de los presentes (con ese morbo que tenemos todos los humanos por esta clase de cosas) esperábamos la pronunciación de Liliana al respecto, y la verdad, creo que lo supo manejar bien, fueron unas palabras un poco secas, pero dignas. A mi lado derecho estaban las 3 personas que salían: Julio, el gordo Salinas y Darío, todos manejaban la situación de acuerdo a su forma de ser. Cuando terminó el breve discurso de despedida, todos se dispersaron y yo me acerqué donde Julio, quería preguntarle si iba a almorzar con nosotros por última vez. Me dijo que no, que tenia que ir a su casa por un asunto, y cuando quise despedirme de él me esquivó con una sonrisa discreta, diciendo que el martes iba a venir, que nos seguíamos comunicando por mail. Lo entendí perfectamente, es más, creo yo que yo hubiera hecho lo mismo, la verdad ese tipo de cosas (las despedidas) a mí en lo personal me afectan mucho, aunque no lo parezca. Los otros dos (El gordo y Darío) fueron con el resto de amigos a almorzar, por un instante pensé en acompañarlos, pero cuando salí de la oficina de Julio ya ellos se habían ido, así que no fui (y en honor a la verdad, sentí una pequeña alegría de haberme ahorrado esos soles del almuerzo, entiéndame, soy humano). Me hubiera gustado despedirme del gordo Salinas, darle un abrazo, desearle que le vaya bien. A Darío no lo conozco mucho, él forma parte de mi “nueva” área y apenas lo he tratado unos días, se le ve una buena persona, me da pena no haberlo podido conocer más.
En estos días previos escuché mucho del tema, puntos de vista de diversas fuentes. Uno de los jefes de proyecto, cuando le pregunté el motivo de su salida, me dijo “¿Tu porqué crees Jose?”, y como yo le dije que en serio no suponía porqué, ya que yo tengo apenas un par de meses en el banco, me dijo que era por bajo rendimiento. También escuché la versión de uno de los que salían, “Dicen que soy demorón, pero sin embargo en la última evaluación saqué mas de cien puntos”. Lo cual me puso en alerta máxima, porque para ustedes solos (Shhhhhh…), mi calificación en la última evaluación, estuvo muy por debajo de la de él. Todo eso me hace confirmar que en el banco no se vienen con juegos, las evaluaciones periódicas que nos hacen SI SON IMPORTANTES. Cosas de la vida… recuerdo que en mi antiguo trabajo solía ser uno de los mejores en las evaluaciones, y a aquellos compañeros que los calificaban bajo nunca los sacaban, cumplían sus cinco años tranquilos y de allí recién se iban. Tal vez por ello, la calidad del servicio en mi exchamba ha decaído (y seguirá decayendo) bastante, según lo que sé, toda su mejor gente está emigrando hacia nuevos horizontes, donde tal vez les exigirán más pero también los valorarán más como los jóvenes profesionales que son, y sobre todo LES PAGARÁN lo que realmente valen.
Suerte a los que se van…
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1 comentario:
siempre me parecio "especial" la forma en la que evaluan en el banco. kedara para la anecdota, pues creo que no habra 2da oportunidad ahi (y mejor)
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